❝ Veintidós ❞

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...

RA-YEON

Desperté con la mejor sensación del mundo; no estaba maldita.

Ni siquiera había podido recordar cómo se sentía no estar enamorada. Aunque mejor dicho, era el estarlo de esa forma tan obsesiva y repulsiva. Ya no lo estaba, ya no sentía nada. Jay no se me venía espontáneamente a la cabeza. Si pensaba en él, era a propósito y para estar feliz porque ya no le veía de esa forma tan extravagante y confusa.

Aunque aún me quedaba una maldición y era la que nos pusieron los Jung. Y es que ya ni siquiera iba a llamarles "mis padres", en algún momento hablaría con ellos para cortar cualquier vínculo de forma legal y literal. No quería tener su apellido. Quería poder llamarme Choi.

Después de que Ryujin se librara de mi maldición con su hechizo, se llevó a Myeong-suk y a mí tan solo me sonrió y me dijo "vete y sé feliz, volveremos a vernos". Tal vez su personalidad era despiadada, pero no podía evitar sentir cierto aprecio por el favor que me hizo a cambio de un sacrificio como Myeong-suk. Que incluso estaba debilitada. Yo me fui a dormir, y acababa de levantarme.

Me acerqué al escritorio donde encontré una carta en respuesta a la que le mandé la noche anterior cuando llegué a mi maestra, la de Maledictionis. Todo lo que le dije fue que ya sabía qué pasaba y quería ir a verla.

"Hola, Ra-Yeon.
Eso que me cuentas es sospechoso. ¿Cómo puedes saberlo todo? ¿Acaso estás tratando de manipular mi mente para que hable? En cualquier caso, lo descubriré cuando vengas. Porque además, tengo ganas de verte.

Y no es que desconfíe de tí, es que sé que tus padres no te dirían nada.

Nos vemos. Aquí te estoy esperando.
Maestra Kim."

Esa fue su respuesta, y me resultó curioso analizarla. "Eso que me cuentas es sopechoso". No se creía que lo supiera, y en las primeras carta negaba rotundamente la existencia de un trasfondo para toda la situación, y ponía excusas ridículas. En esa última se había delatado ella sola, aún más diciendo que no creía que mis padres pudieran contarme algo. Pero para su suerte, yo ya lo sabía todo.

Hice desaparecer el papel, abrí la jaula de Baedal, en la parte del escritorio tras la cama, y le dejé revolotear por el cuarto mientras yo me vestía y ordenaba. Tzuyu estaba frente a mí con la expresión más neutra y pacífica del mundo. Sus ojos cerrados, sus manos con los dedos del medio juntos y las piernas cruzadas. En trance.

Escuché que el patio se llenaba de estudiantes y me di cuenta de que ese día no había clase, así que todo el mundo estaba saliendo para ir a sus casas o disfrutar el día libre por los jardines o instalaciones. Lo primero que haría yo sería reencontrarme con los chicos tras un día en las tierras de las brujas satánicas, y en algún momento iba a explicarles todo. El primero sería Jungwon.

...

Conforme andaba, me acordé de que no todo estaba claro. La razón era sencilla; Ryujin especificó que no iba a contármelo todo tan fácilmente, y yo misma me hacía preguntas. ¿Por qué los Jung me robaron? ¿Por qué mis padres reales no quisieron a Beomgyu por si continuaba la maldición, pero conmigo eso no les importaba incluso cuando resulté ser yo? ¿Por qué era tan importante para ellos? La parte triste de la historia era que sus malas condiciones no les permitieron seguir luchando por mi custodia.

𝐖𝐈𝐙𝐀𝐑𝐃𝐒 | ENHYPEN ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora