❝ Treinta y siete ❞

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...

RA-YEON

— A ver, Momo, repite conmigo: hoc lepide volabit. — traté de hacer que lo entendiera por vigésima vez.

— ¿Pero en qué idioma está eso? ¿En chino? ¡Yo no sé chino! — exclamó.

Resoplé mientras trataba de convertir aquello en una situación graciosa, riendo para no llorar.

Una semana desde que yo ya no estaba maldita, y emocionarme más de lo normal y poder mostrarlo era algo curioso para todos. También pasó ese mismo tiempo desde que Momo era una bruja negra, y el papel le quedaba bastante bien. Ya había visitado a su madre, y todo parecía ir perfectamente. Solo había un problema; no sabía nada de latín, ni mucho menos de magia. Siempre trataba de escaparse para jugar con cualquier criatura extraña que veía por las calles y en las clases iba bastante mal, menos en geografía y defensa personal.

— A ver — me coloqué detrás de ella, agarrando sus manos desde esa posición y recolocándolas de forma que mirasen al bote de galletas que intentaba mover —, repite paso a paso.

Asintió.

Hoc... — no lo dijo, pero movió los labios en señal de que me estaba escuchando —. Lepide... Volabit. Significa que el objeto va a volar.

Suspiró pesadamente y frunció el ceño mirando al bote, como si quisiera comerse una galleta de esas pero se convenciera a sí misma de que no debía. No era la situación que estaba sucediendo, pero era divertido imaginarlo.

Hoc lepide volabit.

La pronunciación fue vaga y escasamente buena, pero la intención estaba ahí, junto con la determinación. El frasco empezó a levitar a pocos centímetros del escritorio de su nuevo cuarto, teniendo como compañera a Sana, hasta que pareció dolerle la cabeza y volvió a posarse en la superficie.

— Lo haces muy bien — sonreí —. En un par de semanas dominarás los hechizos y la pronunciación. Esto lleva su tiempo.

— Es muy fácil decirlo cuando llevas aprendiendo el idioma y la magia desde que naciste... yo apenas he obtenido poderes.

Negué tratando de hacerle entender que no era un privilegio ni nada por el estilo. Eran mundos diferentes y, para haber llegado hacía unas semanas, se le daba de miedo.

Además, descubrimos su habilidad especial. No obtuvo la necromancia, como le hubiera gustado, pero sí la capacidad de provocarle mala suerte a alguien. Lo supimos cuando un profesor le reprochó su mala nota en un examen y ella le deseó que se le enredara el pie en una plantación de moras, y así fue tan solo una semana después. Posteriormente, con enfado, quiso que a Sunoo se le cayera el almuerzo por haberse reído de su mal latín, y sucedió a los minutos. No eran pruebas a las que pudiéramos agarrarnos con mucha fe, pero estábamos en lo cierto. Estuvimos seguras de ello cuando le deseó mala suerte para todo el mes a Soojin, a quien nos encontramos caminando con su parsimonia de siempre, y hasta el momento y por lo que pudimos presenciar, aún le sucedían desgracias graciosas a su vez.

No eran grandes pruebas, pero las habilidades especiales eran cosas que se descubrían de esa forma, con pequeños detalles que irían avanzando poco a poco, y muy rápido,  además.

𝐖𝐈𝐙𝐀𝐑𝐃𝐒 | ENHYPEN ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora