❝ Cuarenta y tres ❞

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...

RA-YEON

Ya había pasado un día. No se nos permitió salir, y los ruidos fatales continuaron desde que comenzaron, sin cesar.

No sabía qué sería del resto, si todos estaban bien, si permanecieron en sus habitaciones. Si habían dormido, que en mi caso no fue así. Era imposible.
Los sonidos estruendosos, los gritos continuos... Todo aquello no dejaba paso a la tranquilidad ni por un segundo. Desde la ventana, podía ver algún que otro trueno caer del cielo y a lo lejos a personas desconocidas. Estaban muy cerca del instituto.
Estaba casi segura de que las originales se mantenían cerca para vigilar mi ubicación.

Tzuyu había estado atenta a la situación, a mí y a nuestras mascotas. Era la primera vez que la veía vivir en el presente durante tanto tiempo. Pero acababa de entrar en un trance, probablemente para vivir algún suceso importante del pasado, estando cansada del que estaba pasando en ese momento.

Eran las ocho de la tarde del segundo día. Pasaron veinticuatro horas justas. No había vuelto a ver a Jungwon, y lo último que pasó entre nosotros fue un momento tierno, cariñoso y lleno de amor como el que vivimos, pero...

- ¿Y ahora qué? -le pregunté a Baedal, aún sabiendo que era físicamente imposible que respondiera, pero sí que hundió un poco la cabeza, imitando el gesto de encoger los hombros-. Ya... Me lo suponía.

Suspiré y miré hacia los lados. No tenía nada que hacer, y desde el día anterior cuando todo comenzó había estado pensando en Jungwon.
Quería verle.
Pero no saldría de mi cuarto.
Me puse a pensarlo seriamente. Si las originales estaban luchando concretamente ahí, debía de ser por mí, por si mi marca salía a relucir para el resto. Y quién sabe la información que tenían, si sabían que yo era especial, o lo podían intuir en mí de alguna forma.
Era mejor no salir, pasar desapercibida, ser como cualquier alumno.

Después de todo, aquellos brujos eran desconocidos para todos. Venían de otras tierras paralelas. Sus hechizos no eran los mismos, su cuerpo, su poder, su magia. No sabíamos nada de ellos, podían incluso detectar que algo no estaba en su sitio si se me ocurría teletransportarme al cuarto de Jungwon.
Tenía miedo.

Pero tampoco me quedaría incomunicada y quieta sobre la cama cuando tenía a Sunghoon mucho más cerca. Con solo abrir la ventana podría verle. Aunque no me quedaría mucho tiempo asomada, ya que llamaría la atención.

Me levanté y no llegué a abrirla, si no que me puse frente a ella y miré. De nuevo, era de las pocas veces que él y Jake tenían las cortinas apartadas y se podía ver la habitación y a ellos sentados frente al escritorio, como si nada, aparentando que no estaban viviendo una guerra.

Jake alzó la vista y me vio. Tocó el brazo de Sunghoon para que este también dirigiera la vista a mí.
Saludé a ambos y les hice un gesto con el pulgar hacia arriba, preguntando con la mirada si todo estaba bien. Ellos asintieron y me señalaron.
Me encogí de hombros y moví la mano de lado a lado. "Más o menos".
Asintieron comprendiéndolo. Se escuchó un gran impacto, lo que imaginé como alguien yendo directo a la pared de ladrillos de un edificio, y volví a alejarme. No quería mostrarme tanto tiempo mientras pasaban esas cosas. Era mejor prevenir.
Conseguí saber que al menos ellos estaban bien y no se habían movido de su sitio.

Tal vez esa era una de mis ocupaciones pronto. Asegurarme de que los ciudadanos no hacían nada ilegal.

Me senté con aburrimiento junto a Tzuyu, en su colchón. Ella estaba completamente recta, sus piernas estaban cruzadas, sus brazos no se tocaban y tenía los ojos cerrados con una calma impenetrable.

Estaba tanto aburrida como asustada. Ella podía escaquearse del presente y marcharse a contemplar una guerra ya pasada que no tenía que importarle, porque ya estaba solucionada. Mientras tanto, yo tenía la incertidumbre continua de qué pasaría cuando una original muriera y yo tuviera que ocupar su puesto. ¿Viviría ese tipo de guerras? ¿Quién sabía cuántos más reinos así había en el mundo?

𝐖𝐈𝐙𝐀𝐑𝐃𝐒 | ENHYPEN ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora