❝ Treinta y cuatro ❞

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...

- ¡No hagas ruido! - susurré.

- Nunca he estado aquí, y parece un cementerio, ¿Por qué es todo tan triste? ¿Y qué hacemos en un callejón?

- Es diferente - rodé los ojos -. Saca el alma.

Jungwon sacó el frasco donde estaba el alma y la puso frente al amuleto, que yo sostenía. Lo último que quedaba por hacer era conseguir que el espectro envolviera este de protección, y luego desaparecería en su interior.

Salió sola del frasco, intuyendo la presencia de la amatista con el hechizo sobre ella. Empezó a dirigirse hasta esta y revolotear alrededor, creando un halo blanco en la superficie morada. Fue disipándose en partículas blancas que iban directamente hasta el interior, hasta que no quedó nada.

Le di la mano a Jungwon para guiarlo y salir del callejón. En el viaje al mundo humano no se había estado quieto, ni mucho menos callado. Si viajar volando sola era complicado, llevarlo a él y tratar de que no me soltara y se perdiera era todavía más costoso.

Jungwon comenzó a andar de mi mano hasta que logramos salir a la calle de Momo. Caminamos unos pasos hasta quedar frente a su puerta, y decidí tocar en vez de subir por la ventana.

- ¿Por qué llevas un abrigo si ella ya sabe lo que eres? - musitó Jungwon.

- Su madre no lo sabe - expliqué -. Y no quiero que me vea como alguien sin criterio para la moda.

En ese momento, la nombrada abrió la puerta sorprendiéndose al verme después de tanto tiempo, y de la mano de Jungwon, a quien solté rápidamente al notar su mirada pícara preguntándome con los ojos quién era.

- ¿Podríamos pasar? - pregunté a la mujer.

Ella asintió.
- ¿Quién es este joven?

- Un amigo de por aquí. Paseábamos y me ha parecido buena idea visitar a Momo. ¿Está?

- En su habitación, como siempre. - sonrió.

Jungwon y yo nos quitamos los zapatos en la entrada, una costumbre muy rara de allí. Pasamos y subimos las escaleras hasta dar con la puerta del cuarto de Momo.

Di varios toques hasta que abrió, y me miró tanto sorprendida como emocionada, pero había una pizca de rencor en sus ojos. Le dirigió una mirada rápida a Jungwon y luego a mí de la misma forma que su madre. No era de extrañar que fueran familia.

Se hizo a un lado para permitirnos el paso sin decir nada, y ambos entramos. Jungwon con algo más de vergüenza que yo, porque no conocía a Momo ni tampoco estaba acostumbrado al entorno de los humanos.

- Por fin te dignas a aparecer. - habló con resentimiento, cerrando la puerta tras de sí y dando un paso hacia delante.

- Hay mucho lío por allí... Maldiciones, por ejemplo. - me encogí de hombros.

Su cara pareció transformarse a una gran velocidad. Su expresión cambió a una de asombro a la vez que preocupación, y por supuesto confusión.

- Pero... ¿Estás bien?

Asentí.
- Eso ya está solucionado - saqué el colgante del bolso -, la que está en problemas ahora eres tú. Ponte esto. - se lo di.

𝐖𝐈𝐙𝐀𝐑𝐃𝐒 | ENHYPEN ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora