❝ Catorce ❞

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...

RA-YEON

Quería investigar sobre mi familia, pero al mismo tiempo no.
Sabía que fuera lo que fuera a descubrir, no me iba a gustar y todo eso conllevaría horas de discusiones y tratar de librarme del hechizo de amor, que estaba segura de que tenía.

Por esa razón, decidí ir por última vez al mundo humano antes de ponerme con eso, y avisé a Momo de esto. Algo me decía que si iba pasaría algo, malo o bueno, pero algo iba a suceder. Y claro, yo no podía estarme quieta, tenía que descubrir si mi instinto no había fallado y estaba en lo correcto.

Eran la una de la mañana, muy tarde. El día anterior también había ido, y avisé a Momo de que iría a verla tarde. Ella tan solo me preguntó por qué estaría hasta altas horas de la noche en casa de mi amigo y me excusé diciendo que haría una fiesta. Agradecía que Momo no fuera reservada ni tampoco madrugadora, y no le importara que me colara por su ventana a esas horas.

Me teletransporté al patio, frente a la puerta principal para volver a salir por esta observando las afueras desde los huecos que dejaban las rejas. Me agarré de estas para agacharme y mirar, pero algo me interrumpió; un toque en mi brazo.

Me giré cuestionándome quién era, hasta que vi a la chica de cabellos rosados que me crucé hacía unos días. Sana.

- ¿Piensas escaparte al mundo humano?

- No...

- Estás mintiendo. - suspiró y se alejó un poco, poniéndose de pie de nuevo -. No me gusta ocultar cosas, tendré que decírselo al director. Es muy peligroso, ¿Sabes?

- Espera. - me levanté y la paré -. Te traeré alguna planta exótica de allí. Dime lo que quieras.

Sabía bien cómo sobornar a una bruja verde.
Su rostro cambió por completo y me miró emocionada, tratando de ocultar su sonrisa porque era una situación "seria", pero finalmente no pudo.

- ¿Hay alguna que quieras en especifico?

Negó -. La que quieras. Suerte. - sonrió amablemente.

Así eran ellas.

Se alejó como si nada, como si no acabara de presenciarme cometer un delito.

Seguí con lo mío.

...

En medio del vuelo, ya sobrevolando Corea y, a su vez, Seúl, me encontré con Sunghoon.
También iba a ver a alguna amistad que hizo, o eso me dijo, el caso es que estaba seco y distante.

No quería entrometerme aunque, en realidad, sí. Pero lo primero era ir a ver a Momo porque Sunghoon ya había acelerado y se fue como si nada.
Pude ver un teléfono en su mano y eso me hizo recordar que se me había olvidado por completo comprar uno.
Otra vez tendría que decirle a Momo que no lo tenía y eso era un problema, porque le aseguré que lo compraría ese mismo día después de salir de su casa.

En ese momento no podía hacerlo todo; ir a casa de mis padres y suplicar por dinero, dando toda la explicación, encontrar a alguien que me lo cambiara ilegalmente y después volver y comprar uno. Además, el noventa por ciento de las tiendas estarían cerradas a esas horas. Por no decir todas, porque alguna habría que tuviera a sus trabajadores despiertos por la noche, con un sueldo mísero.

𝐖𝐈𝐙𝐀𝐑𝐃𝐒 | ENHYPEN ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora