❝ Cuarenta y ocho ❞

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...

RA-YEON

Sihyeon y yo no habíamos dejado de hablar y juntarnos desde la última vez que hablamos, aunque el tema no volvió a salir. Casi parecía que Gahyeon no quería saber nada de nosotras, que simplemente nos dejaba ir por nuestra cuenta, aunque no era así. Era al contrario, nosotras preferíamos no acercarnos a ella.

Estaba en una de esas desesperantes tardes en las que me tenía que quedar en mi castillo por horas, sin ningún tipo de entretenimiento. Ser una original era un tanto aburrido, cuando aún no sabía hacer magia que me permitiera entretenerme, a pesar de que ya estaba avanzando y aprendiendo. Ambas me enseñaban.

Jungwon solía acompañarme. Se había acostumbrado a venir, y esconderse cuando alguien llegaba o lo invocaba. Esa fue la primera cosa que aprendí; percibir cuándo alguien había incumplido la ley, que parecía estar grabada en el cielo, en el espaciotiempo. Algo más allá de un estúpido papel en el ayuntamiento y algunos libros. Era sagrada. Y a esa persona traerla a mi castillo o, por el contrario, citarla en él.
Sin embargo, ese día estaba Sihyeon.
Jungwon tenía que estudiar, un castigo del que yo ya me había librado gracias a mi nuevo cargo. Y por eso, Sihyeon se ofreció a hacerme compañía, aunque estaba más callada de lo habitual.

Me encontraba sentada en lo que parecía un trono, aunque se me hacía exagerado y fuera de lugar llamarlo así. Siempre imaginé que, de estar en la situación de una original, me lo tendría muy creído. Que el poder me consumiría. Pero había cambiado en todos esos meses en los que algunos cambios importantes se presentaron en mi vida. Sucesos que me marcaron, y me llevaron a pensar en otras cosas. Para mí, estar allí en ese momento era alucinante, pero desde la perspectiva de alguien que también se vio afectada por las estúpidas normas, era un fastidio.
Castigar a personas que realmente no habían hecho nada malo, como discutir con un familiar o dañar a alguien del mismo tipo con suficiente justificación. Era estúpido. Más aún teniendo en cuenta que sí era legal incluso matar a alguien completamente ajeno.
Gahyeon quería un caos, pero aquello lo camufló poniendo reglas tales como las que puso.

Sihyeon estaba detrás mía, en el suelo vagamente, algo decaída o tal vez distraída. Tenía la espalda apoyada en la pared.

-¿Te pasa algo? -cuestioné directamente. Podía hacerlo. Habíamos creado un vínculo que, aunque no era tan fuerte como el que podía tener con Jake, por ejemplo, si se comparaba con el que tenía con Gahyeon sí que lo era.

-No. Solo estaba pensando en algo con respecto a esa bruja -contestó, añadiendo algo de felicidad al tono hacia el final.

-¿Gahyeon?

-Sí -respondió seria.

-Aún no me acostumbro a que se pueda hablar mal sobre ella como si nada, sin que te escuche y te castigue directamente -reí levemente. Normalmente aquello me enfadaba y, de hecho, seguía haciéndolo, pero ya no me afectaba. Era increíble cómo tenía que entrometerse incluso en las opiniones de los demás con respecto a ella, como si no pudiera aceptar desagradarle a alguien. Lo cual era completamente normal.

-Te acostumbrarás. Desde que yo soy una original, no paro de hablar mal de ella para desahogarme -rió-. Siempre le he tenido rencor.

-¿Rencor? -aquello era algo que yo siempre había tenido. Se debía a mi aura morada y, por ejemplo, lo experimentaba con los Jung-. ¿Por qué?

-Ella mató a mis padres antes de saber que yo tenía la marca, aunque lo hubiera hecho igual. Ellos estaban haciendo una exploración por el mundo humano que podría incluso habernos beneficiado. No fueron vistos en ningún momento y pasaban desapercibido, pero a ella no le importó en absoluto. Ni siquiera cuando le explicaron toda la información que podrían haber aportado si hubieran pasado tan solo unos días más allí. Los mató. De la forma más cruel que se te pueda ocurrir, además.

Suspiré al escuchar eso. Pero no fue un suspiro cansado, sino de sorpresa. ¿Cómo podía ser tan cerrada?

-Desde ese momento he querido vengarme, aún con la esperanza de que en realidad tendría sus razones, pero jamás lo comprendí y no lo haré. Ahora que la trato, mis ganas de matarla han aumentado, si cabe.

-Yo también quiero -repetí como el día anterior, esta vez más seria, más firme.

Era cierto que de no ser por Gahyeon, no estaría aprendiendo tanto, y que me dio la oportunidad de seguir viviendo aún cuando incumplí varias veces las leyes sin arrepentimiento. Aún así, todo eso no cubría el mal que había sembrado, sus leyes estúpidas, la tristeza que llenó a miles de personas por su culpa.
No quería tener que quitarle sus poderes a nadie durante meses por razones ilógicas. No quería imponer su ley por encima de nada cuando no compartía su opinión.
Y la única forma de cambiar aquello era acabar con su vida.

Sihyeon me miró esperanzada, viendo que iba en serio. Me giré para mirarla, y me levanté del trono para ir hasta ella y sentarme a su lado.
Alcé la mano, manifestando en esta la aparición de una libreta sagrada. Una libreta que desaparecería y aparecería cuando yo quisiera, y la cual solo yo podía ver y escribir en ella.

-Tenemos que hacer algo. Ya sabemos quién es el siguiente sucesor. Si Gahyeon muere, podremos seguir siendo tres.

-Está bien, pero para asegurarnos un buen gobierno aquí, esperaremos a que aprendas por completo a sacar tu poder oculto de original. Nuestra magia -alzó una ceja, esperando a que aceptara.

Asentí.
-Eso no significa que no podamos planear algo ya.

...

-Un ejército de muertos -expliqué.

Ya lo habíamos planeado. El ataque a Gahyeon, su muerte, cómo pensábamos cambiarlo todo rápidamente.

-Es muy peligroso -me avisó Jungwon-. Podríamos llegar a morir, y si pasara eso, yo...

-No moriré. Somos dos originales contra una, además de que mucha gente contribuirá, estoy segura. Nadie la quiere -bufé burlona.

Estábamos solos en mi cuarto. Gahyeon ya no podía seguirme la pista en su bola mágica ni saber que estaba hablando sobre ella. Era seguro. Y por supuesto, tenía que contarle a Jungwon lo que Sihyeon y yo hablamos durante el transcurso de la tarde, entre castigo y castigo.

-Yo ayudaré. De eso puedes estar segura.

Sonreí y asentí.

Planeábamos atacar con un ejército de muertos vivientes, utilizando la necromancia. Ambas éramos brujas negras que la dominaban.
Además, le pediría ayuda a Jake para que creara un eclipse lunar que la despistara. El resto también la distraerían. En realidad, todo era para eso, para que alguien, que quería ser yo, pudiera dar el golpe final sin que tuviera tiempo de procesarlo, ni siquiera de percatarse.
Nos lo jugábamos todo en una sola ronda.

Jungwon me rodeó con su brazo una vez terminé de explicarle qué queríamos hacer. Estaba preocupado, asustado de que llegara el día.
No quería perderme, y aquello era lo más maravilloso que podía haber escuchado ese día.

-Jungwon, todo saldrá bien -traté de reconfortarle.

-Confío en ti, pero en nadie más. Es un trabajo en equipo, y no sé cómo saldrá. Aún así, tendré fe -suspiró y dirigió su vista hacia mí, adornando su rostro con una sonrisa al mirarme a los ojos.

-Si todo sale bien, cuando acabe la disputa haré algo -sonrió maliciosamente al ver mi confusión.

-¿El qué?

-Oh... Eso es una sorpresa. No es tan especial, pero te gustará.

...

𝐖𝐈𝐙𝐀𝐑𝐃𝐒 | ENHYPEN ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora