...
RA-YEON
Me até el pelo blanco en una cola alta y salí de mi castillo en dirección al instituto, bastante apresurada. Estaba cansada. Mis brazos dolían y sentía una presión continua en ellos al hacer el mínimo esfuerzo, como era levantarlos. Todo aquello acompañado de punzadas. Acababa de tener clase de magia con Sihyeon, y una muy intensa sobre cómo utilizar un arma blanca, en la que me podía haber llevado un corte para nada agradable si no hubiera esquivado correctamente sus ataques.
Fui siguiendo el camino de tierra húmeda. Había llovido. De repente, vi cómo Sunghoon meneaba el agua del lago a su gusto y creaba olas en ella. Me acerqué y me senté a su lado, estremeciéndome al notar lo frío que estaba el césped. Yo aún iba sudando, definitivamente necesitaba una ducha.
-¿Qué haces? -pregunté.
-Practicar.
-¿Para el ataque a Gahyeon? -cuestioné, haciéndolo asentir.
Me levanté soltando un quejido por el dolor existente también en mis piernas. Especialmente en los gemelos, debido al continuo movimiento para tratar de no ser apuñalada como si nada por Gahyeon. En realidad, la que estaba cometiendo un grave error al enseñarme ese tipo de cosas era ella. Pensaba utilizarlas en su contra en el día en el que lo pusiéramos todo a nuestro favor.
-Iré a darme una ducha. Apesto -dije.
-Espera -me miró-. ¿Por qué insistes tanto en ser tú quien la mate? -preguntó sigiloso.
-No lo sé... Supongo que quiero ser yo la que acabe con este ciclo de infortunio. Siempre he odiado las estúpidas leyes que pusieron las tres originales reales y, ahora que solo queda una, siento la necesidad de acabar personalmente con ella y cumplir con lo que siempre he querido hacer. Cambiar las reglas -me encogí de hombros con una pequeña sonrisa. Era una idea que verdaderamente me gustaba.
Sunghoon asintió, comprendiendo la situación. Me alejé allí y fui hasta mi cuarto en el instituto, atravesando el patio rodeada de estudiantes que me miraban con admiración y envidia, la puerta principal y el pasillo ruidoso y transitado de los dormitorios. Al llegar tuve muy buena suerte al ser asignada a uno de los primeros dormitorios. Si no, el camino se me haría eterno cada vez que intentara moverme por allí.
Estando dentro, me di cuenta de que pronto me iría. Muy pronto. Quedaban unas dos semanas para que finalizara el año escolar. El tiempo había pasado realmente rápido, y tan solo quedaban dos meses para que cumpliera dieciocho años, y alrededor de tres para llegar a mi primer aniversario en Maleficia. Mis maletas estaban hechas. Lo único que se mantenía en su lugar eran unas escasas prendas de ropa en el armario, que estaría utilizando los días previos a mi despedida, y las sábanas de la cama que coloqué la noche anterior. Las mismas que estaban el día que llegué, y que se quedarían allí para la futura compañera de cuarto de Tzuyu.
Me generaba mucha nostalgia marcharme, pero era necesario. Estando allí, mi vida cambió de rumbo completamente. Dio un giro de trescientos sesenta grados. Tenía que adaptarme a ello. Era una original, aunque pronto dejaría de llamarme de esa forma tan poco real. Y como una, mi deber era irme a mi castillo. Lo que más me entristecía era no ver a Jungwon a diario, pero estaba segura de que eso no cambiaría nada. Jungwon.
Quería verle. Iría a su cuarto después de ducharme.Agarré unas prendas de ropa, metí las que llevaba en la lavadora y me cubrí con una toalla para ir al baño y meterme en la ducha. En cuanto las gotas de agua caliente comenzaron a mojarme, dejé de lado la indiferencia. No era real, solo una coraza. Me entristecía más que nada irme. Ese tipo de cosas jamás me habían importado, pero Maleficia, el instituto y todos mis amigos fueron una etapa muy importante de mi vida. La mejor. No quería dejarles para volver a Maledictionis y ejercer como una original que se dedicaría a castigar. No quería tener al lado el estúpido clan de los Jung al que, gracias a mi hermano perdido, ya no pertenecía más. Era mi obligación, pero algo como aquello jamás me había dolido tanto. Jungwon, Sunghoon, los demás. Iba a dejarlos atrás. Era muy joven para hacer todo aquello.
Ya no quería ser considerada madura.
Poderosa.
Solo deseaba nunca haber descubierto nada.Las lágrimas se mezclaron con el agua. Pasaban desapercibidas.
Si conseguíamos matar a Gahyeon, las cosas podían cambiar un poco. Me hubiera gustado tener el aura verde en esos momentos para no verlo como un objetivo que estábamos lejos de lograr. Para ser positiva.
Cerré el grifo después de terminar y me vestí rápidamente para ir a ver a Jungwon.
...
Un abrazo y unos cuantos besos suyos eran todo lo que necesitaba en un momento como ese. Era la única persona capaz de comprender y saber con certeza lo que me pasaba. Estaba perdida, desorientada entre tantos sucesos extraños y territorio inexplorado. No solo era inexperta en la labor de ser una original, sino que eso conllevaba demasiadas cosas y planes que yo misma hice que tal vez no estaba lista para afrontar.
Pero ya era demasiado tarde.
Gahyeon moriría bajo mis propias manos.Jungwon me sujetaba de la cintura, estaba sentada sobre su regazo en su cama. Mirábamos a algún punto fijo de su cuarto. En nuestra relación el silencio y la calma siempre habían tenido un protagonismo agradable. No necesitaba sus palabras, solo su tacto. Su agarre reconfortante, y encontrarme de nuevo con su mirada. Me giré para así verlos. Sus ojos chisporroteantes de miles de estrellas. Todas y cada una de las que se encontraban esparcidas por el universo se hallaban recogidas en ellos. En estos veía unas palabras. Un mensaje de alivio transmitido por su magia.
Un lenguaje que solo yo sabía entender.
Aquello era lo que llamaban amor, y aunque yo ya lo sabía, experimentarlo con él era como comenzar cada día una nueva historia.-Jungwon -lo llamé. Ya me miraba, por lo que no realizó ningún movimiento
-¿Sí? -cuestionó con toda su atención en mí.
-No nos separaremos, ¿Verdad?
Rio, sorprendentemente, y negó.
- Jamás. Espera y verás.
...
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𝐖𝐈𝐙𝐀𝐑𝐃𝐒 | ENHYPEN ✓
Fantasía𝐌𝐀𝐆𝐈𝐂 | "Las originales quieren verte". Ra-Yeon desconocía dónde se encontraba. La joven aventurera estaba al otro lado de las tierras de las brujas, y todo sucedió sin que ella lo provocara. ¿Qué había pasado? Ella misma tenía que descubrirlo...