IX.

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Michelle Rojas

Sonreía idiotizada después de ver a Hera salir de mi oficina, su sonrojo me hizo entender que si le di en el punto, me mordí el labio inferior, no dejaba de sonreír mientras Hera no salía de mi mente.

- Serás mía Hera Mitch – susurré convencida y la puerta sonó haciéndome reaccionar –

Me arreglé y caminé lentamente hasta llegar a mi sillón y sentarme, para pedir que entraran, cuando entró Judith sonreí confundida, pensando si había que hablar con la representante de Mitch, ella sonría sensual y eso me ponía nerviosa.

- Hola directora – saludó y se sentó frente a mí –
- Judith, que honor tenerte por aquí ¿pasa algo? – pregunté ya que no está Lana –
- Mi esposa y yo queremos invitarte con Alondra a una cena esta noche – dijo sonriendo y asentí lentamente –
- Bueno me parece súper, déjame avisarle a Alondra entonces – dije amablemente y ella asintió para levantarse y acercarse a mí –

Agradecí que el escritorio estaba en medio de nosotras, se despidió de mí y yo todavía no entendía nada de lo que quiso hacer Judith ¿Qué fue todo eso? Respiré profundo y cerré los ojos fuertemente, los volví a abrir y me levanté para irme a dar clase, era lo mejor que podía hacer.

El día paso rápidamente y ya era de noche, estaba llegando a mi casa cuando vi el coche de Alondra, me bajé, agarré el maletín y la cartera para entrar a casa. Cuando entré me recibió Alondra en una bata y muy sexy sonreía, sonreí y decidí hablar.

- Judith fue hoy a verme, para invitarnos a una cena hoy en su casa – dije seria –
- ¿Vamos? – preguntó triste y alcé los hombros –
- Dime tú – respondí y ella sonrió de lado –
- Quiero que tengamos una noche solamente tú y yo – dijo suavemente y me acerqué a ella –
- ¿Cuándo volvamos? – le di un beso para convencerla y lo logré –

Nos fuimos a arreglar y una hora más tarde salimos de casa, Alondra llevaba un vestido corto de tirante es mi favorito, así que ya sé como va a terminar esta noche, mientras yo llevaba una falda lápiz color blanca, una blusa de tirante y un abrigo a juego, zapatos altos color negros, maquillaje suave, cabello suelto, me sentía conforme. Llegamos a casa de las Mitch y bajamos, Alondra entrelazo nuestras manos mientras en la otra llevaba un vino que agarró a último momento para traerlo.

- Hola – saludó Lana al abrir la puerta y sonreímos –
- Hola Lana – saludamos al unísono y ahora sonreía ella –
- Adelante queridas – dijo y así hicimos, entramos –

Mi mirada fue a aquella chica que iba bajando las escaleras, llevaba un short negro, un suéter de cuello uve, color blanco y con una estampa de un oso, su cabello agarrado en una coleta alta y unos zapatos casuales, cuando nuestras miradas conectaron sonreímos simultáneamente y un carraspeo nos hizo voltear a donde provenía y era Lana.

- Hija saluda a las amigas de tu madre – dijo seria y Hera asintió –
- Señoras, bueno verlas, bienvenidas como siempre – dijo educadamente y sonreí –

Cualquier acto de Hera me prendía de una manera increíble, y sin tocarla ya mil escenarios se pasaban por mi mente, mi vientre vibrada de sólo imaginármela, respiré profundo y Judith llegó sonriendo, nos saludó y Alondra le dio el vino, Alondra se puso a hablar con Lana y yo me senté en el sofá frente a ellas.

- ¿Y como se porta mi hija, Michelle? – pregunta Judith sentándose a mi lado –

Hera se tenso y sonreí, realmente no tengo quejas de Hera, más que de ser una contestona y puedo asegurar que eso hasta sus madres lo deben saber, así que no dije nada malo, el orgullo con el que sonreía Lana me hacía sentir envidia de no poder vivirlo porque con quién elegí casarme nunca quiso, la cena estaba lista y fuimos al comedor.

La cena pasó muy tranquila, pero me sentía incómoda, tenía a Hera frente a mí, al lado a Alondra y del otro lado a Judith, me tensé cuando sentí una pierna rozar la mía y no sabía quién era o al menos quería hacerme la loca, pero seguir cenando así no era buen plan, gracias al Universo pasó rápidamente y me quedé viendo a Hera quién fruncía el ceño confundida y sólo tenía a alguien en mente, maldición, cerré los ojos fuertemente y luego agarré mi copa de vino para tomarla de fondo.

- ¿El baño? – pregunté tranquilamente –
- Hera guíala – pidió Lana y la castaña asintió levantándose –
- Vamos señora Rojas – dijo y asentí –

Iba detrás de Hera, miraba su caminar y era un maldito imán para mis hormonas, cuando llegamos frente a una puerta blanca me dijo que era el baño, pero una fuerza superior a mí quería otra cosa.

- ¿Cuál es tu cuarto? – pregunté con la respiración pesada, no podía más, ella me miró interrogante –
- Esté – señaló la habitación de al lado –

Miré el pasillo y las voces sólo se oían abajo, respiré profundo y agarré su mano para abrir la puerta de su habitación y entrar con ella, pegándola a la puerta y enredar sus brazos a mi cuerpo sólo por reflejo, me miraba expectante.

- Desde que te conocí sólo he querido hacer algo – susurré a centímetros de sus lados –
- ¿Sí? ¿Qué es? – preguntó mirándome a los ojos y sonreí cínica –
- Hacerte mía – susurré en su odio y le mordí el lóbulo –
- No te frenes a hacerlo – susurró entre jadeos y ese fue mi puerta a lo que tanto anhelaba –

La besé y unos segundos después mi lengua pedía acceso a su boca, ella aceptó y sentí una explosión de sensaciones al entender que estaba besando a mi mayor fantasía en dos meses, estaba besando a Hera, me sentía una muchacha otra vez, pero oímos pasos subiendo las escaleras y me separé de Hera, su respiración estaba agitada al igual que la mía, pero sus mejillas estaban rojas, sonreí y me acerqué a morderle el labio inferior para luego salir de la habitación.

Miré por todos lados y entré lentamente al baño, donde me encerré y sonreía feliz como una niña, quería saltar pero debía calmarme, me lavé la cara y me miré al espejo.

- ¿Qué haces Michelle? – me pregunté a mi misma pero no quería respuestas –

Esta vez no, salí del baño encontrándome a Lana y me asusté, me miró atentamente y sonreí de lado, suspiró suavemente y me dijo para bajar y acepté. Una hora después nos despedimos Alondra y yo, ya Hera no estaba pero como la vería mañana no me preocupaba, nos despedimos de las Mitch y salimos de casa para subirnos a nuestro coche.

- Ahora sí – susurró Alondra agarrando mi mano cuando entramos a casa –
-¿Ah? – pregunté pero era tarde –

Subimos corriendo las escaleras y abrió la puerta de nuestra habitación para luego acostarme en la cama y besarme con fiereza, Hera pasó por mi mente y decidí abrir los ojos y ver a Alondra, era lo mejor si quería estar con mi esposa.

- Alondraaaaaa – grité un rato después llegando al clímax –
- Te amo – susurró volviendo a besarme y sonreí –
- Te amo más – dije y me apoyé en su pecho –

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