XXIII.

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Michelle Rojas

-Gracias por venir Michelle – dijo Carla sentándose en su sillón y yo frente a ella –
- Tranquila, sólo quiero saber que me pasa – ella sonrió y empezó a leer los resultados –
- Bueno primeramente aun nada con el tratamiento – bajé los hombros triste – pero debes cuidarte ¿Estás comiendo bien? – subí la mirada y negué – eso pasa
- ¿Qué quieres decir? – pregunté confundida –
- Estas sintiéndote mal porque no te alimentas bien, estas en pleno tratamiento y aparte el ajetreo de tu profesión ¿Cómo no te vas a quebrar? – la miré avergonzada y asentí –
- Tienes razón Carla – dije apenada –
- Te mandaré unas vitaminas, pero también necesito que te alimentes bien, para que todo salga como queremos ¿Vale? – dijo alzando la mirada para verme y asentí sonriendo –

Un rato después de hablar con Carla sobre el tratamiento, nos despedimos y ahora estoy saliendo de la clínica, sin querer me tropecé con alguien y cuando alcé la mirada sonreí nerviosa.

- Hola Lana – saludo arreglando mi cartera –
- Hola Michelle ¿todo bien? – preguntó por el lugar y asentí –
- Sí, todo bien, sólo rutina – ella asintió sonriendo – ¿Y tú? – ella suspiró –
- No tanto, ya sabes problemas familiares – fruncí el ceño – ¿No te topaste con Hera? – preguntó y volteé la mirada hacia dentro de la clínica –
- No ¿qué hace aquí? – pregunté sin entender –
- Esta su compañera Hanna – abrí la boca sorprendida y sonreí recordando –
- Vamos, que ya recordé que Hanna tuvo un accidente en la escuela – Lana se reía y caminamos hasta la habitación de Hanna –

Hablábamos de banalidades mientras caminamos los pasillos de la clínica hasta llegar a la habitación donde estaba mi alumna, toqué y al escuchar un delicado adelante. Entramos sonriendo y saludé a Hanna para luego saludar a la señora Maritza a quién le aclaré la situación con Miranda y agradeció, sonreí asintiendo, finalmente saludé de lejos a Hera pero me preocupe al verla ida, algo estaba mal, pero no era el lugar para preguntar.

Un rato después me despedí, primero dándole una semana libre a Hanna quién no quería aceptar pero era decisión tomada, me despedí de todas y volví a salir para irme a la escuela. Unos treinta minutos después llegué y me estacione para bajarme y entrar saludando al señor Andrés, luego entré a la escuela y caminaba los pasillos de Arcadia, algo que me daba placer y paz, sonreí mientras los alumnos iban entrando a sus clases y llegué a dirección para finalmente dejar mis cosas, agarrar mi maletín y salir, me despedí de Catrina y fui a clase para así comenzar mi día.

- Buenos días chicos, saquen sus libros – dije colocando el maletín en el escritorio –

- Profesora – dijo Jesús deteniendo mi paso y lo miré atenta –
- Cuéntame Habach – dije dejando el maletín en el suelo y cruzándome de brazos –
- Quería pedirle el permiso de si puedo irme a ver a Hanna que la daban hoy – iba a negarme pero cuando vi un brillo en esos ojos cafés, no pude dejar de sonreír –
- Vamos a dirección – él simplemente asintió y me ayudó con el maletín –

Llegamos a dirección y saludamos a Catrina, le pedí un café y algo para desayunar, entré con Jesús y busqué un pase de salida sólo para él, lo firmé y le pedí discreción, estaba tan emocionado que sólo sonreí enternecida, ese niño está súper enamorado de Hanna, que suerte tiene Bustamante.

- Gracias – le dije a Catrina y sonrió –
- De nada Michelle ¿Cómo te sientes? – suspiré y mordí de mi sándwich para hacer gestos de igual –
- Tengo que alimentarme mejor y me mandaron vitaminas – Catrina asintió –
- Seré tu sombra entonces – me reí y asentí, para verla irse y dejarme sola –
- Mi sombra – susurré y sonreí para seguir comiendo –

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