LIII.

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Hera Mitch

- Felicidades mamá – dije y abracé a mi mamá Lana –
- Gracias mi peque – dijo llorando y sonreí –
- Me la cuidas mucho Diana – pedí y me acerqué a ella – felicidades también cariño – dije y asintió llorando –
- Gracias Hera – dijo y asentí –

Cat también se acercó a felicitarlas, caminé hasta el salón que está en el mismo club, unos segundos después llegó Catlie y le hice señas para que se acercará a mí, Regina se acercó y frunció el ceño al vernos sólo a Cat y a mí.

- ¿Y Jud? – preguntó y miré a Cat –
- Sí es lo que pienso, volvió a Estados Unidos – Regina se quedó paralizada –
- ¿Lo que piensas? – preguntó impactada y asentí – mierda – susurró y se fue rápidamente –
- Creo que sí siente algo por tu mamá – dijo Cat y asentí –
- Lamentablemente mi mamá sigue amando a su ex esposa – comento y Cat sonrió de lado –
- ¿Tú sigues amándola? – sé a lo que se refiere y la busco con la mirada –

Tristemente la encuentro con la rubia aquella, se sonríen mutuamente y entiendo que nuestro momento ya pasó, quizá la voy a amar siempre, es mi dulce amor secreto, pero aunque me muera de celos, ella es feliz, sonrío triste y volteó a ver a Catlie quién espera mi respuesta atentamente.

- Sí, pero ya es tema del pasado – respondo y Cat me miró apenada – ¿Adrián te ha llamado? – pregunté cambiando el tema y la pelirroja suspiró –
- Peleo conmigo y me terminó – responde y la abracé fuerte –
- ¿Mi culpa? – pregunté preocupada y negó –
- Los celos no hacen nada bueno – dijo pensativa y asentí lentamente –

Catlie me ofreció bailar después del primer baile de las nuevas esposas y acepté, entre risas se nos unieron Julián, Jesús y Hanna, al caer la noche vi de regreso a Regina quién está triste y me acerqué a su mesa donde también esta Michelle y su novia, carraspeo y todos voltean a verme.

- ¿Podemos hablar Regi? – pregunté sonriendo apenada y ella asintió –

Se levantó de la mesa y me disculpe para llevármela hasta el jardín, caminamos un rato, hasta que nos logramos sentar, aunque los vestidos no nos ayudaron mucho, estamos en silencio, sé que Regina tiene mucho que pensar, después de todo, es ella quién se siente mal eso sólo me dice que mamá ya se fue.

- Se fue – susurró en un hilo de voz y asentí triste –
- Me imaginé – dije mirando a Regi –
- Ella me gusta tanto que soy capaz de irme a Estados Unidos – confiesa y la miré sorprendida –
- Bienvenida si lo haces – dije y se ríe – pero sólo te diré algo, si Judith decide no regresar a México, no lo hará jamás – comento y Regina miraba a la nada –
- Tampoco quiero, sé que ella siempre va a amar a tu mamá Lana, no quiero que la vea – dijo tensa y acaricié su hombro –
- Mamá Lana se casó, allí no hay remedio – dije dándole fuerzas –
- Tienen un pasado Hera, una hija, no puedo confiarme – suspiré derrotada porque tiene razón –
- Búscala entonces – dije y Regi se ríe –
- Lo haré – dijo y asentí feliz para abrazarla –

Volvimos al salón y dejé a Regi mejor en su mesa, volví con la pelirroja quién me saca a bailar y acepto entre risas, desde que conozco a Catlie amo su forma de bailar, esta vez no es la decepción, sus caderas moviéndose me embelesan, un par de canciones y volvimos a la mesa, apoyó su cabeza en mi hombro mientras nuestras respiraciones se calman, agarré mi cartera y busqué mi celular para saber de mi madre Judith, vi un par de llamadas pérdidas y fruncí el ceño, decidí salir al jardín para devolver la llamada.

Llamada

- ¿Quién habla? – pregunté confundida –
- Buenas noches ¿familiares de Judith Mitch? – preguntó un hombre y mi corazón se disparó dándome un dolor en el pecho –
- Soy… su hija – respondo tartamuda –
- Hablamos desde el aeropuerto y rescatistas, este número es uno alterno que sale en la base de datos del seguro de la señora Mitch, esta noche hubo un accidente y ella iba en el vuelo – explica y mi mundo se detuvo –
- ¿Ella está bien? – pregunté con un nudo en la garganta –
- Todos están buscándola junto a un par de personas más, pues está desaparecida, lo siento, pero estamos haciendo todo para encontrarla – responde aquel hombre –
- ¿Dónde fue? – pregunté y lo oí suspirar –
- Por Monterrey, ya que el vuelo daba una escala en aquel lugar pero no pudo hacerlo – responde y un par de lágrimas corrían por mis mejillas –
- Ya salgo para allá – dije y colgué –

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