LXIII.

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Michelle Rojas

- La odio – grito furiosa –
- Calma ¿a quién odias? – pregunta Renata y suspiro desplomándome en el sofá –
- Hera – respondo en un hilo de voz con un nudo en la garganta –
- ¿Qué hizo? – pregunta Renata sentándose a mi lado –
- Volver, confundirme, enamorarme más y acostarse con otra – explico lentamente y me apoyo del hombro de mi amiga –
- ¡Lo siento Mich! Yo la traje de regreso, es mi culpa – dice triste y niego –
- No importa – digo y la puerta se abre dejando ver a Natalie –
- ¿Qué pasa? ¿Qué le hiciste Renata? – pregunta a la defensiva y me levanto para abrazarla –
- Las dejo – dijo Ren seria y agarré su mano antes de que se fuera y se giró a verme –
- Gracias – susurré y sonrió para darme un beso en la frente –
- Hasta viejitas juntas – dice y asiento riéndome –

Esa siempre fue la promesa de nosotros, hasta viejitos juntos, suspiré y la vi irse para mirar a Natalie y volver a abrazarla, ella es tan hermosa conmigo y yo sólo sufriendo por otra, niego y me alejo para verla sonreír, me empieza a hablar de la boda, sólo faltan semanas para que todo esté listo y siento muchos nervios, pensando me perdí de lo que decía hasta que gritó mi nombre y volví a verla.

- ¿Decías? – pregunto y niega riendo –
- Que también estoy preparando la fiesta de Charlotte – responde y asiento lentamente –
- ¿Hablaste con Alondra? – pregunto y asiente eufórica –
- Aceptó feliz y encantada – me rio y la abrazo nuevamente –
- Muéstrame entonces de que es – digo sonriendo –

Natalie es una genia para las fiestas, me mostró que será de su muñeca favorita, tiene el lugar para hacer el pastel, alquilo un club, se supone que será junto a mi boda la fiesta pero no, es mejor hacerlo el 9 de agosto lo cual me parece genial, le pasé una pequeña lista de invitados, donde la mayoría son amigos con hijos, así que luego de ello, salimos de la oficina y caminamos hasta la entrada de la escuela.

- ¿Nos vemos ahora? – pensé en Hera y suspiré –
- Salgo a las 5 de la tarde – dije suavemente –
- Vengo por usted futura señora de París – dijo y pasé mis brazos por su cuello –
- La espero futura señora de Rojas – digo y le doy un casto beso –

La veo irse y sonrío hasta que se subió al coche y finalmente se fue, me volteo para regresar a dirección cuando veo a Hera en la puerta de uno de los salones, sonríe y niega para luego entrar, bufo y camino hasta la dirección molesta por recordar lo de esta mañana.


- Hasta mañana Mich – se despide Catrina y subo la mirada –
- Hasta mañana Cat – me despido y asiente para salir de la oficina e irse –
- ¿Podemos hablar? – pregunta Hera entrando cautelosa y niego –
- ¿De trabajo señorita Mitch? – pregunto seria y la miro atenta –
- No directora – responde nerviosa –
- Entonces no hay nada que hablar – digo y sigo en mis papeles –
- No sé qué pasó ¿vale? Estaba muy ebria para pensar Michelle, sólo sé que amanecí en una cama de hotel y sólo eso – explica sincera y suspira –
- ¿Quién fue? – pregunto y la veo tragar seco –
- Fue – dice nerviosa y baja la mirada – Sofía Loren – finaliza y la miro sorprendida –

¿Dolor? Sí, mucho. ¿Decepción? Mucho más, veo el reloj de mi muñeca y decido terminar con la conversación, me levanto y salgo de la oficina, escucho que grita mi nombre pero la ignoro, las ganas de llorar son más fuertes, me encierro en el baño y camino lentamente hasta el lavabo, al verme al espejo no aguanté y finalmente lloré lágrimas amargas, quisiera no amarla, amar a Natalie, ser feliz con Natalie y mi hija, pero no, aquí estoy sufriendo por otra que jamás debió regresar.

Salgo del baño una hora después y Arcadia está sola, pienso en ir a ver el entrenamiento, pero no tengo fuerzas, le escribo a Regina y así también avisarle a Natalie que salí de urgencia, me respondió para vernos en la noche y acepté, volví a dirección y ya Hera no estaba lo cual agradecí infinitamente, simplemente no quiero verla más, haré lo que debí hacer desde siempre, ignorarla y verla como una colega más.

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