LXII.

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Hera Mitch

Estaciono mi coche frente a aquella casa grande que más de una vez me trajo Michelle, al costado vi la playa y bajé para caminar hasta ella, la tarde iba cayendo y me transmitía paz verlo, el mar está en calma y el cielo pinta unos colores naranjas tan hermosos, suspiro suavemente, cuando sentí a alguien sentarse a mi lado y aquel perfume inundó mis fosas nasales, sonreí cerrando los ojos.

- Pensé que no vendrías – susurré lentamente –
- ¿Y perderme una cita contigo? Jamás – dijo y reímos –

Apoyé mi cabeza en su hombro y finalmente nuestras manos se entrelazaron en aquella arena pálida, así duramos lo que restó de atardecer, sin decir una palabra, sólo nuestras respiraciones pausadas, el mar en calma y el sol terminando de ocultarse, cierro los ojos y aquí con Michelle es donde me siento totalmente en casa.

- El día de tu boda, estaré aquí, esperándote – susurré suavemente –
- Hera – susurró y alcé la mirada para agarrar sus mejillas con mis manos –
- Nada Michelle, aquí será esa cita para nuestro futuro, sólo si tú lo quieres – digo y asiente para abrazarme fuertemente –

Nos alejamos un poco y delineo su rostro, para luego atraerla en un beso, nuestras lenguas batallan, mis manos van a su cuello, sus manos viajan por todo mi cuerpo, me quita la camisa haciendo caer algunos botones y sonrío besando su cuello, me acuesta en la arena lentamente y alza la mirada para verme de arriba a abajo, sus ojos se oscurecen y suspiro al sentir el primer beso en mi cuello, en un movimiento me quita el brasier y desabrocha mi pantalón alto, me lo quita lentamente junto a la braga y me vuelve a besar.

Baja con besos por el hombro, clavícula, hasta llegar a mis senos, mete uno primero y masajea el otro, mientras que con la mano libre masajea mi entrepierna y me arqueo gimiendo fuerte, agradeciendo que es una playa privada. Juega un rato con mis senos y baja con besos por mi abdomen hasta llegar a mis muslos, los besa y muerde hasta que llega a mi entrepierna y la olfatea haciendo que me arquee y chille enredando mis manos en su cabello, paso mi pierna izquierda por sus hombros y su lengua pasa por todo mi centro, entra y sale, sube al clítoris lo succiona, muerde y recorre cada pliegue hasta que me corro en su boca, gritando su apellido, me desplomo en la arena y sube con besos por todo mi cuerpo hasta que llega a mi boca y sonrío en medio del beso.

Mete dos dedos y clavo mis uñas en su espalda, sin temor a nada voy dejando mis marcas mientras sus embestidas son más rápidas y grito gimiendo, mirándonos a los ojos y pegando nuestras frentes, unos minutos después me vuelvo a correr y muerdo su labio inferior mientras mis uñas recorren su espalda, sus dedos finalmente se detienen lentamente y los saca para meterlos a mi boca y luego a la de ella haciéndome sonreír sensual, suspiro pesadamente y apoya sus codos en la arena mientras acaricia mis mejillas.

- Eres – susurra y espero atentamente a lo que diga – todo lo que siempre esperé – dice finalmente y la atraigo en un beso –
- Tú eres todo lo que siempre quise Michelle Rojas – digo alejándome de ella y abrazándola –








1 mes después…

Un mes ha pasado y todavía no sé como, en cuanto a la escuela todo va muy bien, la bienvenida que dijo Renata se hizo y fue increíble, también amanecí en la cama de Michelle, pero esta vez la del departamento que una vez declaró nuestro, departamento donde ahora nos vemos todas las tardes, es como una rutina si lo vemos desde el punto donde a las 2 de la tarde ya estamos allá y a las 7 de la tarde cada una vuelve a sus vidas.

- Hera – alzo la mirada y sonrío –
- Ren ¿todo bien? – su mirada se torna triste y niega –
- Me preocupa Regina – frunzo el ceño –
- ¿Qué pasa con ella? – pregunto sin entender –
- Esta por caer en el alcoholismo Hera – confiesa y me sorprendo – no sabemos que hacer – dice y suspiro suavemente –
- Deja veo que hago – digo y asiente sonriendo de lado –

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