LIX.

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Judith Mitch

Desde que llegué tengo un mal presentimiento, sin embargo, siempre trato de ignorarlo, con Regina sólo hablo por mensajes lo cual me preocupa, desde hace un mes es poco lo que la escucho por llamadas, suspiro y me acerco a mi bebé que está jugando.

- ¿Cómo te preparas para ir al colegio? – pregunto y sonríe incómodo –
- Nervioso – responde y sonrío para darle un beso en la frente –
- Ya sabes si te hacen algo, me dices – asiente preocupado –
- ¿Y mami? – pregunta y sonrío anchamente –
- Mañana la vamos a ver mi amor – sus ojos brillan y se lanza a mí haciendo que caiga al suelo entre risas –

La mañana pasa rápidamente y agradezco que mi hija llegué, me siento muy enjaulada en este lugar, ya quiero trabajar, almorzamos los tres y Alejo se va a dormir un rato, lo cual también le seguí mientras Hera se ríe y se va un rato con sus amigos.

La noche cayó rápidamente y dejé a mi hijo en casa de la vecina, no sin antes agradecerle tanto a mi vecina quién se despide entre risas, llego nuevamente a mi casa para arreglarme mientras llega mi hija, al rato oigo la puerta de mi habitación y me rio mientras la veo como cuando tenía 17 años y se embriagaba.

- Anda a arreglarte Hera – digo y asiente –
- Julián me prestó su coche – dice y sonrío –
- Manejo yo niña, mira como vas – se ríe y niega –
- Ya vengo – avisa y vuelvo a lo que hacía que es maquillarme –

Un rato después salgo y aviso que estoy lista, bajo hasta la cocina y me tomo un vaso de jugo, veo la hora y son casi las 10 de la noche, siento un dolor en el estómago y otra vez ese mal presentimiento que no me abandona.

- ¡Lista! – avisa Hera y me quedo boquiabierta –
- Los genes Mitch no fallan – digo orgullosa y se ríe –
- Vámonos odiosa – me rio y agarro mi cartera –

Salimos de casa y nos subimos al coche, empezamos a cantar y contar chistes hasta que llegamos al bar, unos nervios horrible me atacaron haciendo que Hera se preocupe pero la persuadí, aun así tenía ganas de vomitar de los nervios, llevo un mes sin ver a mi esposa y toda esta sorpresa pensaba hacerla mañana, bueno vamos a hacerlo, me bajé del coche y pasé mi brazo por los hombros de mi hija, nos reímos y entramos al bar, buscaba por todos lados a mi mujer cuando volteé a ver a mi hija está paralizada y pálida viendo algo, sigo su mirada y me quedo aún más sorprendida que ella.

- ¡Mamá! – oigo a Hera decir, pero es tarde ya estaba frente a la mesa –
- Buenas noches – digo seria y todas se quedaron en silencio –

Unas voltearon a verme, pero ella no, es tan cobarde que jamás volteó a verme, Lana dice mi nombre, pero sólo me quedo viéndola a ella, mi hija me dice algo pero no, jamás he montado un drama, no lo haré ahora, aunque ganas me sobran, miré a Renata y sonriendo la felicité para decirle que mañana nos vemos, me fui, sentía que me ahogaba, quería llorar y gritar, mi hija va detrás de mí, para luego ayudarme a subir al coche.

- Maldito Karma – grité en medio del llanto –
- No, no, no digas eso mamá – dice Hera y asiento –
- Yo se lo hice a tu mamá Hera, la mejor mujer de este puto mundo, ahora que lo vivo, me arrepiento tanto de tantas cosas, entre ellas perderla Hera – digo llorando y me abraza fuertemente –
- Mamá – susurra y se aleja para salir del coche –

No tengo fuerza ni para detenerla, sólo quiero llorar, gritar y romper todo, me odio por amarla, la odio por hacerme ver lo miserable que fui en la vida, por dañar a la mejor persona que pude tener, ahora me daña Regina a mí, unos minutos después llega Hera y nos vamos a casa.

Llegamos en silencio y me quedo sentada asimilando todo lo ocurrido, mi esposa besando a otra, mi ex esposa estando a su lado, lo odio todo, mi hija me ayuda a salir del coche y caminamos hasta entrar a la casa, respiro profundo y voy hasta la sala, es allí cuando caigo a llorar y rompo todo lo que veo, el timbre suena un rato después.

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