LX.

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Hera Mitch

Sonreí orgullosa de mamá cuando dejó hablando sola a Regina, algo que diferencia a mi madre de mamá Lana, es la dureza de mi madre al perdonar a alguien, aún le cuesta aceptar a mis abuelos y eso que han pasado años desde el accidente del avión donde ella desapareció, años que todo se volvió caos por su relación con Lana, años y años de todo.

La boda se llevó acabo con total normalidad, lloré como todos porque las bodas son un momento muy hermoso, pero más cuando vi a Michelle, se ve tan hermosa como dama de honor y me da tanto miedo verla como novia, ese momento sólo quiero que llegué conmigo no con la rubia, mi corazón late tan fuerte de sólo pensarlo que me duele el pecho, mamá Judith me mira preocupada pero le resto importancia.

Luego de la iglesia fuimos al club donde sería la fiesta y aquí estamos, ya cayó la noche y la fiesta esta de maravilla, saludé a la familia de Michelle, los amigos, entre otros, unos primos de Renata me han invitado a bailar y acepto gustosa, los niños juegan y me rio cuando llegan para que juguemos.

- Esos niños te aman – dice mi madre y asiento riéndome –
- A ti te ven muchas mujeres con ojos de deseos – ella vira los ojos –
- Deja de decir tonterías – nos reímos, cuando llega una flaca alta rubia parecida a Regina –
- ¿Disculpa quisieras bailar conmigo? – mamá me mira creyendo que es conmigo – es con usted señora guapa – aclara y sonrío asintiendo –
- Sí, ella quiere – respondo y mamá me fulmina con la mirada mientras es llevada por aquella mujer muy guapa –
- ¿Qué te pasa por qué dejas ir a mi mujer? – me grita Regina y volteo a verla seria –
- A mí no me vuelvas a gritar, y ¿tu mujer? A ella la perdiste por imbécil Palesino – digo seria –
- Volverá conmigo – dice en un hilo de voz y me rio –
- ¿Quieres bailar conmigo? – pregunta un castaño muy guapo y sonrío asintiendo –
- No, ella no va contigo Joaquín – dicen a sus espaldas y se voltea a ver quién es, yo sé quién es –
- Michelle – dice el castaño feliz y la abraza – bueno, nos vemos – se despide y se va –
- ¿Por qué me quitaste un compañero de baile? – pregunto cruzándome de brazos –
- Porque no tienes porque bailar con él – responde nerviosa y alzo una ceja –
- ¿Y entonces con quién según tú? – pregunto cerca de ella y traga seco –
- Mi amor, bailemos – Natalie agarra de la mano a Michelle y se la lleva –

Suspiro suavemente y el mesero pasa, le quito una copa de champán, alguien se sienta a mi lado y cuando volteo es aquella mujer que se tropezó conmigo en la escuela, me quedo boquiabierta y ella voltea a verme sonriendo, mueve sus labios más no le presto atención, hasta que toca mi hombro y reacciono.

- ¿Decías? – pregunto y se ríe –
- ¿Deseas bailar? – pregunta ofreciéndome la mano y asiento agarrando su mano –
- Vamos – digo y caminamos hasta la pista –

Bailamos un par de canciones, Sofía baila realmente bien, pero le pido tiempo para ir al baño y entre risas acepta, ella va por unas copas y yo voy hasta el baño, entro a un cubículo y a los minutos salgo asustándome al ver a Michelle frente al espejo mirando a la nada.

- ¿Amigas? – pregunta y siento su voz molesta –
- Podría decirse – respondo sonriendo de lado –
- ¿Podría decirse? – pregunta y me acerco al lavabo –
- ¿Qué quieres Michelle Rojas? – pregunto seria –

Sin darme cuenta estamos cara a cara, estando a centímetros, su pecho esta agitado y mi corazón late rápidamente, Michelle no dice nada, su mirada baja a mis labios y yo sólo la miro a los ojos, aquellos ojos que me matan de sobre manera, siento su mano pasar sobre mi nuca y en segundos siento sus labios junto a los míos.

Tardo en reaccionar por la sorpresa, sin embargo, como si nunca nos alejamos, mis labios se mueven junto a los suyos y mi lengua se enreda con la de ella, saliendo un sonoro gemido tanto de ella como de mí, unos minutos después nos alejamos y ella me mira castigándose, sé que lo hace así que decido irme yo, pero agarra mi mano y me gira para volver a besarme, y me pega a la puerta de algún cubículo, abre la puerta y entramos, para volver a cerrarla, baja con besos por mi cuello, mientras jadeo por lo bajito, mi pecho sube y baja rápidamente y la poca cordura se me fue cuando al bajarme el vestido comenzó a besarme desde el ombligo para arriba.

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