XXXIII.

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Michelle Rojas

- Hera yo – susurré lentamente y con el pecho agitado –
- Michelle perdóname – susurró y volví a besarla mientras estaba en su regazo en la cama –
- Te perdono pero no puedo ir más lejos mientras esa imagen no salga de mi mente – confieso y me senté a su lado –
- Va, lucharé porque eso pase pero ¿Puedo dormir contigo? – preguntó sonriendo de lado y me reí –
- ¿No te vas con tus amigos? – negó y asentí – Vale, me voy a cambiar – aviso levantándome y dejándole un beso en la mejilla –

Me acerqué a la maleta y saqué una pijama para irme a dar un baño, luego de minutos que se llenó la tina me metí y cerré los ojos para relajarme, abrí los ojos de golpe cuando sentí que alguien se metía y vi apoyada en mi pecho a Hera, rodee su cuello con mis brazos y mis manos caían sobre sus pechos, ella suspiraba y yo apoyaba mi mentón en su cabeza, allí estuvimos un rato en un sepulcro silencio y me encanta estar así, sí, me encanta cuando mis instintos salen con ella, pero ahorita mismo sólo quiero estar así, con ella y en silencio.

- Tengo hambre – dije y Hera se ríe luego de vestirnos –
- ¿Pides algo? – asentí y me acerqué para pedir una pizza – ¿No comiste? – preguntó y me sonroje –
- Sí, hace rato pero tengo hambre – me crucé de brazos y hacía puchero –
- Que hermosa te ves así – dijo y se acercó para poner sus manos en mis mejillas y besarme –

Me senté en uno de los taburetes de la barra y Hera se acercó más a mí como si eso fuera posible, pase mi mano por su nuca y la otra la dejaba en su cuerpo, mientras mis piernas se enredan en sus caderas, el beso se volvía más intenso y Hera bajaba sus manos hasta el comienzo de mi blusa pero la puerta sonó, nos alejamos de golpe y nos miramos intensamente pero otra vez la puerta sonó y me levanté.

- Voy – grité frente a Hera, me giré y me dio una nalgada –
- Me provocó – dijo alzando las manos y me reí señalándola –
- Gracias – susurré al chico para darle propina mientras me da la pizza –
- Hola Michelle – saluda Teresa llegando a la puerta de la habitación y me puse pálida –
- Hola Teresa – saludo lo más alto posible –
- ¿Te acompaño a cenar? – sonreí de lado y buscaba respuesta –
- ¿Qué deseas? – pregunté y suspiró –
- Hablar contigo de lo de anoche – dijo apenada y me puse más nerviosa –
- No entiendo – dije nerviosa –
- Lo de venir a tu habitación y eso – dijo y ya recordé –
- No pasa nada, todo bien – dije y cerré la puerta –

Suspiré suavemente y seguí hasta la barra donde está Hera pérdida en sus pensamientos mientras se gira en el taburete. Dejé la pizza y me acerqué a ella para sentarme a su lado.

- ¿Qué pasó anoche? – preguntó y bajé los hombros – 
- No paso nada sólo – me detuve a pensar – ella llegó y la dejé entrar, según para decirme algo importante, le invité algo de tomar y ella decidió una cerveza pero yo no puedo tomar por el bebé entonces le di fue jugo – suspiré suavemente – empezó a hablar de la escuela y unos planes, me senté a su lado en el sofá pero empezó a poner su mano en mi pierna, quiso ir más a allá e intento darme un beso pero me negué y bueno la corrí con gritos – me levanté y agarré un pedazo de pizza, a pesar del malestar tengo hambre –
- Esa hija de... – Hera se levantó para irse –
- Te calmas Hera Danae Mitch Matheus – dije y se detuvo en seco pero apretando las manos – ¿Le explicarás que fuiste mi amante? – pregunté cruzada de brazos y se giró a verme –
- ¿Ya no lo soy? – preguntó y me detuve a pensar –
- No me gusta llamarte así, vamos con calma – dije y seguí comiendo para luego servirme un vaso de jugo –
- Michelle déjame intentarlo – susurró acercándose y alcé la mirada –
- Hablemos cuando lleguemos a la ciudad Hera, es lo mejor – le pedí y bajó la mirada triste – ¿Quieres? – pregunté y me miró para suspirar –
- Va, si quiero – me reí y le ofrecí la pizza –
- Gracias – susurré y sonrió, me acerqué y le di un suave beso –

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