LVIII.

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Michelle Rojas

Después de aquel mal momento donde vi a esa tipa con Hera, sentí unas inmensas ganas de abofetearla, aunque no entiendo porqué. Digo yo le pedí a Hera ser amigas, me voy a casar y yo no siento nada por Hera, ¿a quién engaño? Claro que siento pero no voy a hacer lo mismo del pasado, no esta vez, yo estoy bien feliz con Natalie.

La entrevista acabó, un par de fotos y despedí a la tal Sofía, miré el reloj y ya era tarde para ir a ver el entrenamiento, así que agarré mis cosas y cuando iba a mitad del pasillo sonó mi celular al ver quién era sonriendo contesté, Regina me pidió vernos en el mismo bar de siempre, se escuchaba seria, lo cual me causa un mal presentimiento, camino hasta la entrada y bajo las escaleras para ir hasta la entrada de la escuela, me despido de Andrés y voy hasta mi coche para subirme, dejo mis cosas atrás y me pongo el cinturón para escribirle a Diana para que me cuide a Charlotte o se la dejé a mamá, a lo que ella respondió que me quedará tranquila, dejo el celular y manejo hasta el bar.

Unos veinte minutos después llego al bar, agarro mi cartera y me quito el cinturón para bajarme y ponerle seguro al coche, camino lentamente hasta el bar y entro al local, miro por todos lados y al fondo veo a mi rubia, camino hasta ella y le doy un beso en la cabeza para sentarme frente a ella, se ve mal, angustiada y ebria.

- Le he sido infiel a mi esposa con la secretaria de la empresa – dice mientras asimilo cada palabra –
- Mierda – susurro y ella asiente –
- Lana me gritó cuando me vio con ella – finaliza y cierro los ojos para no matar a Regina –
- Maldición Regi – digo y la escucho llorar –

Me siento a su lado y la abrazo fuertemente, ella sólo llora y dice cosas que no logro entender, pero sé que se siente muy culpable, sabe que Lana quiere mucho a Judith, pero tampoco tiene la valentía de decir la verdad, me siento tan mal por mi amiga.

- ¿Cómo pasó? – pregunto después de que se calmó y niega –
- No lo sé, sólo paso – responde y suspiro –
- ¿Sientes algo por ella? – se ríe y niega –
- Sólo sexual, yo amo a mi esposa – me tenso y niego –
- No Regina, no la amas – digo y me mira, sentí pesar por esos ojos bonitos con dolor – no engañas a quien amas – se ríe y niega –
- Como sea, yo amo a Judith y mi familia, no quiero perderla – dice y la abrazo fuerte –

Pedí algo de tomar y mientras me contaba toda la historia sentí pesar, no sé si por ella, por Judith, su familia o los tres, pero sentí mucho pesar al saber que hay posibilidades que algo tan bonito se acabé por culpa de algo sexual, no me parece justo y pensándolo así, no quisiera pasar otra vez por eso, aunque con Alondra me di cuenta que hace tiempo la había dejado de amar, con Natalie soy feliz y la quiero mucho.


Unas horas después dejé a Regina en su departamento, muy ebria y llorando, cuando se quedó dormida finalmente fui por mi hija quién como siempre me recibe gritando y con un abrazo, duro un rato hablando con mi hermana, cuando llega Lana la saludo y finalmente me voy a mi departamento. Quince minutos después llego y mi hija está dormida, sonrío y le quito el cinturón para cargarla y agarrar mis cosas, cierro la puerta de atrás y le paso seguro al coche.

Camino hasta entrar al edificio, saludo al portero y sonriendo llego hasta el ascensor, se abren sus puertas y unos minutos después ya estoy en mi departamento, dejo mis cosas en el sofá y camino hasta la habitación de mi pequeña, la acuesto y cuando salgo suena el timbre, voy hasta ella y abro viendo asombrada quién esta frente a mí.

- Hey ¿Qué haces aquí? – pregunto y se ríe –
- Ver a mi pequeña ¿se durmió? – pregunta Alondra y asiento –
- Tú sabes que ella huele carro y se duerme – respondo y nos reímos –
- Voy al menos a darle el beso de buenas noches – asiento y cierro la puerta cuando entra Alondra –

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