LVI.

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Lana Matheus

- ¡Regina! – dije molesta y se alejó de la pelinegra para verme asustada –
- Lana – susurró y pegué mi mano a su mesa con fuerza –
- Sólo te diré algo, que me haya divorciado de Judith y que ahora amé a alguien más no significa que no la vaya a defender de ti o quién sea – me tensé –
- Lana no es – intentó decir y la callé –
- Cállate Regina y tú, guapa ¿sabes que ella es casada? De ser así, que triste que no te quieras querida – le guiñé un ojo y aquella mujer se quedó paralizada – Ojalá no te arrepientas luego – dije molesta y pagué para irme –

Salí a ver si veía a mi hija, pero no, ya no estaba, suspiré suavemente y decidí irme a casa, me subí a mi coche y me puse el cinturón para manejar hasta casa. Unos veinte minutos después llegué y me estacione, vi las luces prendidas y sonreí de lado, me quité el cinturón y agarré mi cartera para salir del coche, le pase el seguro y caminé hasta la entrada, busqué mi llave en la cartera y entré a casa.

- ¡Llegué! – grité y mi hija corrió hasta mí –
- Mami, te extrañé – dijo y sonreí feliz –
- Aquí esta mami, Daiana – dije y la cargué – ya pesas más – dije y se ríe para bajarse y subir a su habitación –
- Cocina – dijo mi mujer y sonreí para ir hasta allá –

Me apoyé del umbral de la cocina y la miré mientras pica unos vegetales, sonrío y la detallo como cada vez que llego, un short azul, una blusa de tirante blanca, su cabello en una cebolla y sonriendo, me acerqué y le di un casto beso para rodear la barra y sentarme frente a ella.

- ¿Cómo te fue con Hera? – suspiré pesadamente y apoyé mi cara de la barra –
- Está molesta, vio a Regina con otra y me dijo que si no he dicho nada por venganza, vi dolor en su mirada, quiero matar a Regina – respondo molesta y sentí la mano de mi esposa en mi cabello –
- Eso tristemente es karma mi amor – alcé la mirada molesta –
- ¿Te recuerdo que engañaste a Octavio conmigo? Y no ando engañándote Diana – ataque y me levanté – voy a bañarme – aviso y le di un beso en la mejilla –

Subí las escaleras y fui a echarme un baño, al entrar abrí la llave de la tina y mientras esta se llena me acerqué al espejo, vi mis facciones cada vez menos jóvenes, sonreí al recordar a mi hija y sus palabras, me desvestí lentamente y me quedé pensando en toda esta situación, Judith pudo ser lo que sea pero no lo merece, apreté los puños.

- Perdón – susurré al sentir a mi esposa en el umbral de la puerta –
- No debí decir eso – dijo y suspiré – ¿Qué más te dijo Hera? – preguntó y bajé la mirada –
- Que me llamaba luego, está muy decepcionada, maldita Regina, se lo advertí – dije molesta –
- ¿Es por Hera o por amor a Judith? – preguntó, volteé a verla cruzada de brazos y me reí –

Me metí a la ducha y aclaré que son mi familia, pase lo que pase, Diana entendió, sin embargo, me miraba atentamente, me acompañó todo el baño y acariciaba su mano mientras mis músculos se destensaban. Un rato más tarde salí de la tina para ponerme una pijama de cuadros rojos con negros, me hice una cebolla en el cabello y bajé junto a mi esposa, a nuestra hija la durmió antes de ir a acompañarme en el baño.

- ¿Comemos? – preguntó y asentí –
- Sí, al final ni comí nada – respondo y negó –
- Dile a Hera que venga y así conoce a su hermana – acepté y sonreí –

Hablamos de nuestro día, de nuestra hija, nos reímos de sus cosas y finalmente ayudé a Diana a limpiar lo sucio, subimos entre besos y risas por lo bajito, llegamos a nuestra habitación, la acerqué a mí y le di un suave beso para acostarla suavemente en la cama.

- Te amo – dijo dándome besos por el hombro –
- Te amo – dije entre jadeos –





- Daiana despierta que es tarde – susurré y la oí refunfuñar haciéndome reír –
- Mi amor ¿llevas a la niña al kinder? – preguntó Diana terminando de colocarse el pendiente –
- Esta bien – respondo sonriendo y me da un suave beso –
- Nos vemos más tarde, por cierto, viene mi hermana y su novia – suspiré y asentí –
- Vale, mi amor – dije y la vi irse –

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