XXXI.

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- Chicos vuelven a hacer lo de hace tres días y nos devolvemos, así que ustedes deciden – dije seria y todos negaban – Teresa ordénalos junto con Catrina –

Una semana llevamos ya en Cancún, donde todo ha sido de maravilla, a excepción del show montado hace tres días de los chicos por borrachos, Alondra a penas me llama y a veces sólo le escribo avisando que sigo viva, ganándome un visto, no sé si volver haya sido la mejor decisión.

En cuánto con Hera todo ha sido maravilloso, de día odio su cercanía con Sofía pero en las noches que lo dejé todo por estar conmigo me enamora mucho más, debo admitir que Hera esta ganando la guerra sin mucha pelea.

Ahora voy camino a mi habitación, llevo media hora buscando a Hera para por fin irnos a un museo, pero nada que aparecen ella y Sofía, camino lentamente mientras saco mis llaves, cuando abro la puerta lo primero que escuchó es un grito ahogado y el nombre de Hera, siento un maldito nudo en la garganta, me acerco y veo a Hera subiendo hasta los labios de la pelirroja, esto tiene que ser una maldita pesadilla.

- Señoritas Mitch y Castro, ahora mismo en el lobby – dije seria aunque la verdad, es que me quería morir –
- Michelle – escuché a mis espaldas pero salí dando un portazo –

Llego rápidamente hasta el ascensor y lo toco con las manos temblando, abre sus puertas y Catrina me ve preocupada, me acerco hasta entrar y quedar a su lado, le doy al botón del lobby y por fin caigo al suelo a llorar después que esas puertas se cerraron, Catrina sin saber que hacer detiene el ascensor y se me acerca para abrazarme, lo agradecí tanto en ese momento, me aferré a aquel abrazo para no morirme ahí mismo.

Un rato después logré calmarme y Catrina decidió que subiéramos a su habitación, quise negarme pero ella me ganó, así que subimos a su habitación y me ayudó a caminar hasta el, entramos y me senté en la cama en estado de shock, todavía no lo podía asimilar, ellas dos en aquella cama donde horas antes nos despertamos juntas, sentía náuseas y corrí hasta el baño, dónde bote todo el desayuno y el almuerzo, me levanté unos minutos después, lavé mis manos y la cara.

- Toma – dijo Catrina y le agradecí –

Era agua con azúcar, tomé lentamente el vaso de agua hasta que se acabó y volví a quedarme viendo a la nada, hasta que sentí que la rubia se sentó a mi lado y otra vez un par de lágrimas corrieron por mis mejillas, estábamos en silencios cuando me empecé a sentir ahogada y decidí hablar.

- Me enamoré Catrina – susurré y sentí su mano en mi hombro –
- ¿Qué hizo Hera? – preguntó y sonreí asqueada –
- Estaba teniendo sexo en nuestra habitación con Sofía Castro – respondo lentamente y Catrina chasqueo la lengua –
- Hija de … - me reí y negué –
- Idiota yo que creí que ella podía sentir algo por mí o pensar en dejarlo todo por ella – susurré y otra vez la voz se me quebró –
- Sus ojos demuestran tanto amor, no entiendo – dijo Catrina y alcé los hombros –
- No voy a seguir aquí llorando por una niña – me levanté y limpié mis mejillas – Catrina cámbiame de habitación, si es una suite mejor para mí – pedí volteando a verla y ella asentía –
- Sí quieres quédate aquí – negué –
- Necesito mi espacio para pensar y llorar pero ahora vamos a bajar, tenemos que ir al museo – Catrina sonrió y salimos de la habitación –

Cuando salimos Teresa sonrió de encontrarnos y nos esperó para volver hasta el lobby, Catrina se mantuvo a mi lado, sosteniéndome algo que le agradezco tanto en estos momentos, cuando llegamos al lobby todos estaban ya en los buses, subimos en el primer bus Catrina y yo, sabía que allí no estaría ella y en el de Hera subió Teresa junto a Maura, en el último Leandro y Francisco, todos fuimos hasta el museo.

Es hermoso, cada detalle, pintura, escultura, me acerqué a una pintura que me dejaba anonadada, eran unos labios rojos y unos ojos azules, mientras corría una lágrima de sangre, suspiré y me acerqué a preguntar por la pintura, sonreí cuando me dieron precio, quería tenerlo, pero no es momento, será luego, seguimos el recorrido, mientras algunos profesores les explicábamos a los alumnos cada obra o pinturas, hasta que al final de la tarde todos volvimos al hotel.

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