XLVIII.

1.9K 136 26
                                    

Michelle Rojas

- ¿Puedo? – pregunta Adriana y sonrío asintiendo –
- Adelante – dije y entró sonriendo – ¿Necesitas algo? – pregunté y Adriana se puso seria –
- ¿Te gustaría almorzar conmigo? – preguntó y la miré unos segundos –
- Vamos – agarré mi cartera y le avisé a mamá que iba por mi hija a las 3 de la tarde –

Salimos hablando de dirección y nos despedimos de Cat, salimos de Arcadia y cada quién se fue en su coche, seguí a Adriana hasta un restaurante chino. Entramos entre risas y le pidió una mesa para dos al gerente, quién nos guió y le agradecimos al llegar.

Llegó una mesera y nos dio la carta para finalmente pedir y agradecer, mientras esperamos hablábamos, Adriana ha estado muy unida a mí, la verdad es una gran amiga, hablábamos de trivialidades hasta que llegó la comida y agradecimos para comenzar a comer en silencio, a veces nos mirábamos y sonreíamos o solamente comentábamos algo.

- ¿Profe Michelle? – preguntaron a mis espaldas y me giré para ver a Julián –
- Julián – dije y me levanté para saludarlo con un abrazo – Tiempo sin verte – dije sonriendo –
- Sí profe – dijo y luego miró de reojo a Adriana – más o menos un año ¿no? – asentí y sonreímos –
- Profe – chilló alguien y volteé a ver, sonreí al ver a Hanna –
- Hanna – dije y la abracé para darle un beso en la mejilla luego –
- Que bueno verla – dijo y asentí –
- Mañana vamos a Estados Unidos a ver a Hera – dijo Julián y volteé a verlo atenta –

Pero él sólo sonreía inocentemente, después de todo, ella todavía me arde en la piel, sé que es mi culpa, yo no debí desaparecer así, pero que me haya bloqueado me deja un amargo sabor de boca, pero que descarada soy, si yo fui la primera en hacer eso, ahora no puedo arrepentirme.

- Me alegra tanto – dije y sonreí de lado –
- Nos vemos profe – dijeron ambos y nos reímos –
- Hasta luego, niños – dije y me volví a sentar en la mesa –
- ¿Quién es Hera? – preguntó Adriana y tragué saliva –
- Una ex alumna – respondo restándole importancia –

Sólo así Adriana no preguntó más, lo cual agradecí y terminamos de comer, pagamos y cuando miré el reloj debía irme a casa, me despedí de Adriana y subí a mi coche para manejar hasta casa de mamá. Una hora después llegué y grité para segundos después escuchar pequeños pasos y ver a mi hija aparecer sonriendo mientras corre a abrazarme, abro los brazos y me rio para alzarla por los aires y luego darle muchos besos, son estos momentos los que me llenan de vida.

- Que bueno que viniste – dijo Diana y me reí –
- ¿Qué pasa? – pregunté y respiró profundo –
- Ayúdame con la boda madrina – dijo y me quedé boquiabierta –

Grité emocionada y me lancé a abrazarla, estoy tan feliz de ser su madrina, hablamos infinitas cosas, arreglos, llamamos a muchas personas, diseñadores, decoradores, hasta que logramos obtener a los necesarios para la boda, al caer la noche como rutina y tradición, llegaron mis amigos Regina, Fernando y Renata, Diego llegó del trabajo y Lana pasó a visitar a su novia y también a su ahijada.

- La boda será en dos meses – dijeron al unísono Lana y Diana –
- Que rápidas pero me gusta, felicidades – dijo Regina acercándose a abrazarlas –

Yo me quedé pensando en todo lo que conlleva esta situación y la primera es que la voy a ver, va a volver y sé que me odia no estoy preparada para verle su odio, pero a la vez quiero verla, el llanto de mi hija me hizo reaccionar y la cargué para dormirla. Una hora más tarde manejé hasta casa, cuando llegué a mi departamento me sorprendió ver a Alondra frente a mi puerta.

- No sabía que llegarías tarde, aún así decidí esperarlas – dijo sonriendo apenada y asentí –
- Adelante – dije y al entrar cerré la puerta –

INSTINTOS Donde viven las historias. Descúbrelo ahora