XLVI.

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Michelle Rojas

- ¿Helados? – pregunté y todas chillaron emocionadas asustando a mi hija – pero no sean animales – dije cargando a Charlotte quién llora –
- Disculpa – dijeron al unísono y negué calmando a mi hija –

Después que se tranquilizó se lanzó a los brazos de Hera y las miré enternecida, sin que se diera cuenta Hera les tomé una foto, fui hasta la heladería donde compré y volví con cada uno para todas, estamos en el Central Park y después de comernos los helados, empezamos a caminar nuevamente, Lana y Regina detrás hablando, mientras Hera carga a Charlotte y vamos agarra de la mano.

- Espero me regalen un nieto – comenta Lana y miro a Hera quién se sonroja y me rio –
- Tenlo por seguro, si Hera lo desea – dije mirando a Hera quién se perdió en sus pensamientos –
- Yo creo que esta bien, así le damos un hermanito a Charlotte – mi corazón quería salirse de mi pecho al oír aquellas palabras y me acerqué a darle un beso –
- Hera – susurraron y nos separamos para ver quién fue –

Aquella pelirroja que no le tengo confianza mira a Hera con dolor, mientras Hera nos mira a ambas, se acerca a saludar a aquella cabello de zanahoria y luego nos presenta, Catlie se llama, saludó a Lana quién la saludó cordialmente y luego Hera le presentó a Regina a Catlie, vire los ojos.

Hablaron unos minutos hasta que un chico fornido, moreno, cabello rizado se acercó, Catlie se despidió de todas y se fue con aquel chico, Hera se quedó extrañada pero le quitó importancia para seguir jugando con Charlotte mientras recorremos algunas calles de New York, compramos algunos detalles para llevarle a los chicos y seguimos nuestro recorrido, hasta que Charlotte lloró por comida y le di tetero para no tener que estar mostrando nada en la calle, unos minutos después de terminar de comer se quedó dormida y ahora la cargaba yo.

- Tengo hambre – dijo Regina y Lana le agradeció por ser la valiente, Hera y yo nos reímos –
- Vamos por comida japonesa – dijo Hera y Regina aplaudió feliz –

Un rato después, llegamos a un restaurante japonés donde pedimos una mesa para cuatro, nos guiaron a una en medio del restaurante, les agradecimos y nos sentamos, un chico llegó con las cartas, pedimos y agradecimos antes de que se fuera. Seguimos hablando, hasta que a Lana le llegó una llamada y se quedó en silencio mirando la pantalla de su celular.

- ¿Diana? – pregunta Hera y volteo a verla –
- Sí – responde Lana y suspiré –
- Diana terminó con Octavio por ti – susurré y Lana alzó la mirada sorprendida –
- ¿Conoces a Diana? – preguntó Hera y Regina se echó a reír escandalosamente, frunzo el ceño y miro a Lana –
- No sabía que se volverían a ver y tampoco que seguirían amándose – se defiende Lana y asentí lentamente –
- Un gusto, la hermana de Diana Rojas la enamorada de Lana – dije ofreciendo mi mano y Hera se quedó pasmada boquiabierta –
- ¡Mamá! – chilló Hera y nos reímos –

El chico llegó con nuestras comidas y le agradecimos, empezamos a comer mientras Hera hablaba de sus meses acá, Regina está embelesada pero no más que yo, mientras Lana se ríe, hablando se nos fue la hora, una hora más tarde pagamos y salimos del restaurante.

Caminamos hasta el coche de Hera, dónde nuevamente Lana y Regina van detrás pero esta vez Charlotte va conmigo de copiloto, la música de la radio va baja porque mi hija sigue dormida, vamos hablando suavemente hasta que llegamos a casa de las Mitch, bajamos todas y Hera me ofrece dejar a la niña en su habitación, le agradezco y le pido que me guíe hasta allá.

Subimos y llegamos a su habitación es tan Hera que me rio por lo bajito, me acerco a la cama donde dejo a mi bebé y le pongo alrededor muchas almohadas por si acaso, cuando me levanto Hera esta cruzada de brazo, sonriendo enternecida y me acerco lentamente hasta ella, paso mis brazos por sus caderas y la pegó a mí.

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