XXVI.

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Michelle Rojas

Los días han pasado y ya estamos a mitad de noviembre, los exámenes abruman tanto a los alumnos como a nosotros los profesores y peor para mí que soy la directora, es cuando más he estado estresada y no tengo chance para nada.

Voy caminando el pasillo hacia el salón de Hera. Hera, hace días que ha estado alejada de mí y no sólo de mí, de todos, excepto Sofía quién tercamente ha estado detrás de ella, frunzo el ceño y suspiro cuando llego a la puerta, escuchaba los gritos de los alumnos y entré sin mirarlos dejo el maletín y lo abro para sacar el marcador, me acerqué a la pizarra, escribí la clase, hoy toca Química y me giré a verlos a todos.

Di una vista panorámica y sonreí aliviada de ver a Hera apoyada del hombro de Hanna, no todo está perdido aunque me encantaría saber que tiene, que le pasa, porqué se distanció así, la puerta nos hizo girar a todos a ver quién podía ser y pedí que entrarán, entrando una Teresa sonriente, se acercó a mí y me regaló un ramo de flores.

- ¡Gracias! – susurré –
- ¿Recuerdas que día es hoy? – preguntó y entrecerré los ojos para luego abrirlos de golpes haciéndola reír –
- 15 de noviembre… - susurré – mi cumpleaños – dije finalmente tapando mi boca con una mano –
- Feliz cumpleaños Mich – dijo y la abracé fuerte –
- Harían linda pareja – dijo alguien y cuando me alejé volteé a ver, era Catalina –
- Cállate imbécil – se quejó Kendra y bufé –
- Ya basta niñas, sus peleas de hermanas en su casa – dije fuertemente – y usted Marín, sus comentarios malintencionado déjelos para otros

Catalina viró los ojos y me volteé para ver a Teresa, le agradecí y me quedé con el ramo de flores, le pedí que se fuera y luego comencé mi clase nuevamente, miraba de vez en cuando a Hera quién se perdía viendo por el ventanal o mirando a la nada, suspiré y decidí hablar con ella.

Dos horas más tarde la clase terminó, todos recogían sus cosas y le pedí a Hera quedarse, se despidió de sus amigos y esperamos a que se fueran todos, mientras tanto arreglaba mi maletín, cuando salió el último alumno que era Javier Velásquez, me acerqué a la puerta, cerré con seguro y me acerqué a sentarme y pedirle a Hera que se sentará a mi lado.

- ¿Qué tienes? – pregunté mientras que la castaña miraba sus dedos –
- Yo… - dijo cabizbaja – nada y ¿tú? – preguntó vacilante y vire los ojos para agarrarla del mentón y subirle la mirada –
- ¿Qué pasa? – pregunté y sus ojos se cristalizaron –

La abracé fuertemente y empezó a llorar, cada segundo más intenso, decidí esperar a que se calmará, sabía que lo que fuera que estaba pasando, le estaba ganando y no me gusta verla de esa manera, no es mi Hera, un rato más tarde se calmó y respiraba pausadamente mientras se apoyaba de mi hombro, la oí suspirar mientras acariciaba su espalda y cabello.

- Vi a Judith teniendo relaciones con Catalina – confesó con la voz rota y me alejé para verla –
- ¿Me estás jodiendo? – negó – mierda – susurré –
- Hace días la vi y quería morirme – dijo y entendí todo su comportamiento –
- ¿Por eso no apareciste ese sábado? – pregunté y negó –
- Fue cuando más mal me sentí, no podía con mi vida, era demasiado para mí… Es demasiado para mí – dijo finalmente y la abracé –
- ¿Por qué no me dijiste? – se aferró a mi torso –
- Lo procesaba Michelle – asentí mientras pasaba mi mano por su cabeza –
- Entiendo mi amor – susurré sin pensarlo y se alejó viéndome asombrada – ¿Qué? – pregunté confundida –
- Me dijiste… ¿Mi amor? – susurró y sonreí –

La agarré de las mejillas y la acerqué para darle un beso en la frente, la abracé más fuerte y volvió a aferrarse de mi torso, le repetí mi amor muchas veces más y realmente así lo sentía más que el triste momento, ella es mi amor.

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