XVII.

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Michelle Rojas

Llamada

- Alondra vino hasta acá – dijo Renata y bufé –
- ¿Qué le dijiste? – pregunté aturdida –
- Que sí, sé donde estas pero no le diré, que te dejé en paz este fin de semana, así que apaga el GPS por si lo tienes encendido – asentí y puse dos dedos en el puente de la nariz –
- Gracias Ren cualquier cosa llámame – dije suspirando –
- ¿Estás bien y tranquila? – preguntó y alcé la mirada, para ver bajando a Hera sonriendo y sonreí –
- Más que tranquila… Feliz – respondo sonriendo – te dejo haré de comer, gracias Ren hablamos después – me despido y la escuché chillar emocionada para colgar –

Finalizada Llamada

- ¿Interrumpo? – pregunta llegando a la cocina y apoyándose del umbral –
- No, hablaba con Renata una de mis amigas – Hera asintió lentamente –
- ¿Cuántas amigas son? – preguntó y me acerqué a la barra riendo –
- Somos Renata, Regina, Dalia, Ximena, Fernando y yo – sonrío orgullosa y ella se acerca para sentarse a mi lado y agarrar mi mano –
- ¿Y son muy unidos? – preguntó viendo como jugaba con mi mano –
- Muchísimo, de toda la vida, bueno Fernando es de 20 años para acá pero digamos que es uno más de nosotras – respondo sonriendo y ella alzó la mirada –
- ¿Uno más de ustedes? – preguntó confundida –
- Sí, desde el día uno se adaptó rápidamente a mi grupo y aunque terminamos nuestra relación siempre estuvo allí con nosotras, es nuestro mejor amigo, la voz de la razón de todas y el novio pérdido de Regina en las fiestas – explico riendo y Hera se me unió –
- ¿Él fue tu novio? – preguntó y asentí – ¿Por qué lo dejaste? – preguntó y suspiré –
- Me enamoré de Alondra – respondo suavemente y el silencio inundó –
- Bueno gracias a eso ahora estamos aquí – susurró y asentí – tengo hambre – dijo y me reí para besarla y levantarme –
- Yo cocino y tú prepara algo de tomar – digo acercándome a la nevera y buscando ingredientes –
- Sí patrona – dijo a mis espaldas y me detuve para voltearme a verla –

Ella trago saliva y miró a otro lado, me reí a carcajadas y me miraba confundida, seguí buscando que hacer, terminé consiguiendo todo para unas pizzas, saqué todos los ingredientes, preparé dos pizzas, una hawaiana y una 4 quesos, las metí al horno y esperaba mientras veía a Hera preparando un jugo de ¿Mora? Fruncí el ceño y me anoté mentalmente preguntarle a Regina que compran en esta cabaña. Luego de que las pizzas estuviesen listas, las saqué del horno y la acerqué a la barra de la cocina, busqué dos platos y servilletas, un par de cubiertos y Hera buscaba el jugo más dos vasos, entre risas nos sentamos a comer.

- ¿En serio cuchillo y tenedor para una pizza Michelle? – alcé la mirada y asentí –
- Sí ¿por qué? – Ella me miraba como si fuera una especie rara de otro planeta –
- Dame eso – me quitó los cubiertos – esto se come así – agarró una servilleta y con ella un pedazo de pizza para luego meterlo a mi boca, cerré los ojos –

Gemí de placer y lo saboree, cuando abrí los ojos Hera estaba seria y sus ojos azules estaban oscuros, mientras me veía morir de placer con la pizza, sentí mis mejillas arder y volteé a ver a otro lado.

- Así se come una pizza – susurró con su voz peculiar y asentí rendida –
- Esta bien señorita Mitch – dije volviendo a ver la pizza y agarré una servilleta para tomar otro pedazo de pizza –

Empezamos a hablar de nuestras vidas y de todo un poco, ella me hablaba de su vida en Estados Unidos, sus amigos y todo lo que hizo mientras vivía allá, yo le contaba de toda mi juventud y todo lo que hice junto a mis amigas, incluso después de conocer a Fernando.

- ¿Vamos a ver una película? – pregunté y ella asintió feliz –
- Yo la elijo – avisa y me dio un casto beso para salir corriendo a la sala –

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