XXVIII.

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Michelle Rojas

- Me he enamorado otra vez – susurré viendo el mar en calma y la oí suspirar –
- ¿Esa muchacha? – preguntó Regina y reí –
- Sí, ella – bajé los hombros –
- ¿Por qué no lo intentas? – preguntó y suspiré –
- Porque no puedo quitarle su juventud, menos ahora que seré madre, créeme que lo he pensado pero no, ella ahora tiene una beca, hace poco me dijo Lana – bajé la mirada a la arena –
- ¿Dónde? – preguntó apoyando su cabeza en mi hombro –
- Columbia – susurré y la oí chasquear la lengua –
- Lejos – asentí – entonces disfruta lo que les queda, hagan un acuerdo – miro a Regina y no puedo creer que todo sea tan simple para ella –

Negué y seguí escribiendo nombres al azar en la arena, o haciendo dibujos mientras le contaba como se iba con otra y se reía de mis celos, suspiré y un rato más tarde nos quedamos en silencio viendo el cielo oscuro.

- He conocido a alguien – dijo y sonreí –
- Sí me estas contando, va en serio – dije y ahora reía ella –
- Sé llama Adrián Parroquí – dijo y su voz sonaba emocionada – me gusta mucho – le creo –
- Te creo, así que lucha y sé feliz con él, te lo mereces – dije pasando mi brazo por sus hombros y atraerla en un abrazo –
- Gracias, eso pienso hacer – asentí y le di un beso en la sien –
- Quiero ser la madrina – nos reímos –
- Obvio que sí – chilló y nos reímos más –

Estoy tan feliz de mi rubia, ella es un ser humano hermoso, sí, tiene su carácter como todos, pero es el mejor ser humano que conozco y por fin decidió tomarse una relación enserio merece ser feliz, pasamos un rato más frente al mar hasta que se hicieron las 9 de noche y decidimos regresar a nuestros hogares, a diferencia de Regina a mi sí me esperan y no sé como sentirme ahora con ello.

Dos horas más tarde, me estacione y suspiré apagando el coche, me quité el cinturón y delante de mí está el coche de Alondra, todavía no puedo creer que haya vuelto, no sé como sentirme ahora que he confirmado mis sentimientos en voz alta, acaricio mi vientre y decido bajarme del coche, agarro mi cartera y el maletín para bajar y caminar hasta la entrada.

Saqué la llave de la cartera y abrí lentamente, escuché risas y cerré los ojos fuertemente, lo menos que deseaba era ver gente, fui hasta la cocina y me preparé un vaso de agua, tomé, respiré profundo y dejé el maletín junto con la cartera en la barra para ir a la sala principal, sonreí de lado cuando vi a un par de tías de Alondra.

- Hija que bueno lograr verte – dijo su tía Daniela –
- Que bueno verla cariño – dije abrazándola –
- Felicidades por su bebé – asentí sonriendo –
- Gracias Carola – dije alejándome de Daniela – disculpen el día ha sido agotador, quisiera subir a bañarme, pero sigan en lo suyo – dije y Carola aceptó –
- Claro hija, ser madre primeriza no es fácil – dijo Daniela dándome un beso en la mejilla y abrazándome –
- Hasta luego para ambas, espero verlas pronto – dije sonriendo y me fui –

Subí hasta la habitación y arrastré los pasos hasta el baño, sólo quería una ducha, comer e irme a dormir, no pido más, sé que tengo mil exámenes que revisar pero hoy no quiero nada más que dormir. Treinta minutos más tarde salí, me puse la pijama y bajé hasta la cocina, ya no se escuchaban voces así que me imagino que se fueron las tías de Alondra.

- En el micro hay comida – dijo a mis espaldas y me asustó –
- Me asustaste – dije poniendo mi mano en el pecho y ella se reía –
- Imagínate yo cuando fui por ti y ya te habías ido – dijo cabreada y fruncí el ceño –
- Estaba con Regina – digo buscando la comida en el micro y sonreí al ver pizza – Gracias – susurro y ella asiente –
- Entonces con Regina – dijo y asentí comiendo – ¿Desde cuándo comes con las manos? – preguntó y alcé la mirada recordando a Hera –
- Siempre hay una primera vez Alondra – dije masticando y se giró para irse –

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