XI.

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Michelle Rojas

Llego a casa más temprano de lo habitual y feliz, no puedo sacarme de la mente a Hera después de tenerla como había querido desde que la conocí, me he follado a la nueva y no es que yo sea así, pero esos ojos azules, cabello castaño y cuerpo de infarto me tiene a sus pies, quizá no esté enamorada de ella y quizá después de todo, ella siga su vida y yo la mía, pero al menos sabré en su momento que no me arrepiento de tenerla.

- Hera – susurré sonriendo cuando escuché la puerta abrirse y cerrarse, haciendo que me pusiera seria –
- Amor estas aquí – dijo Alondra sorprendida y me giré para sonreírle –
- Hasta lo que sé es mi casa ¿Dónde más estaré? – pregunté borde –
- Ya, entendí – respondió disgustada – ¿Hago la comida? – preguntó y negué –
- La haré yo, anda a bañarte hueles a clínica – se ríe y me lanza un beso –

Alondra desde que se graduó y empezó en la clínica sabe que no me gusta que se acerque a mí cuando llega de ella, su olor me aturde y me da náuseas, ya de por sí jamás me han gustado esos lugares, el olor mucho menos. Un rato más tarde empecé a hacer la comida y Alondra bajó bañada y cambiada, por fin le di un casto beso y seguí en lo mío mientras pensaba en Hera y Alondra me hablaba de la clínica.

- ¿Amor harás algo el sábado? – preguntó Alondra y asentí –
- Saldré con Regina – viró los ojos y bufó – ¿Por qué? – pregunté tranquilamente –
- Quería salir contigo pero esta bien, sal con tu amiga – asentí –

Algo que quedó claro entre ambas desde que comenzamos a salir, es que mis amigos son prioridad pase lo que pase y que jamás me ponga a elegir porque va a perder, ellos son los que han estado conmigo en la buena y en la mala, es decir, que son las únicas personas que jamás dejaré ir por ninguna pareja, Alondra aceptó, aunque con los años le fue incomodando y ahora no les cae bien, principalmente Fernando.

Llegó la noche y cada una se fue a lo suyo, subí a la habitación a las 9 de la noche y Alondra estaba dormida ya, bajé a la biblioteca y fui por un número que necesitaba. Abrí la laptop y entré en el archivero de la escuela, busqué un nombre y sonreí satisfecha.

-¡Bingo! – susurré y anoté el número en mi celular –

Apagué la laptop de nuevo y subí hasta mi habitación, agarré una pijama y ropa íntima, me encerré en el baño y me eché una ducha rápida, me puse la ropa interior y era mi momento, me miré al espejo y sonreí perversa, agarré mi celular y me tomé una foto sin mostrar mi rostro pero reconocería el lunar.

Sonreí cuando vi las flechas azules, no me respondía y eso me desesperaba así que la llamé, grave error porque su voz ronca me prendió aún más y no quería estar con Alondra en estos momentos, sin embargo, la conversación subió de tono hasta que colgamos y me quité la ropa nuevamente, necesitaba o agua fría o correrme a su nombre… Elegí la segunda.

Un rato más tarde salí sonriendo y me acosté junto a mi esposa, quién aferró su brazo a mis caderas y cerré los ojos, nunca había engañado a Alondra, no sé ella, pero yo no y debería sentir remordimiento, pero no, no lo siento, quiero repetirlo, quiero volver a hacerlo con Hera hasta cansarme, pensando en eso me quedé dormida.





El día de hoy tenía reunión así que llegué a la escuela una hora antes, aún no había alumnos, apenas un par de profesores, pero necesitaba dejar todo listo para la reunión, Catrina llegó treinta minutos después y me ayudó, a las 7:30 de la mañana ya todo estaba listo, la reunión sería a las 8:00 de la mañana, es decir, que los alumnos de último año tendrían clases después de las 12:00 del mediodía. 

- ¿Un viaje que les parece? – pregunté mientras Catrina les mostraba una carpeta a cada uno con la información –
- Acepto – chilló Francisco –
- Acepto – dijo Teresa y así todos los profesores –
- Elegiré cinco profesores que irán con nosotras – señalé a Catrina y a mí – Iremos a Cancún – dije y todos aplaudieron  –

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