IV.

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Hera Mitch

La mañana estaba pasando con normalidad, dos clases, un recreo, estaba caminando por el pasillo junto a Hanna, Jesús y Julián, riéndonos de todo lo que aquí pasa cuando tropecé con alguien y me quejé cuando alcé la mirada, puse una cara de pocos amigos y me crucé de brazos.

-¿No te vas a disculpar? – preguntó aquella rubia un poco más alta que yo y me reí en su cara –
- ¿Me ves cara de querer disculparme? – pregunté retándola y se puso roja de la rabia –
- Hanna te aconsejo que le vayas explicando a esta, quien manda aquí – dijo la tipeja y Hanna asintió asustada –
- A mí nadie me tiene que decir nada rubia de pacotilla – dije aún más molesta –
- Te recomiendo algo, no te metas conmigo o te va a ir muy mal – dijo muy cerca de mi rostro y me tensé –
- Déjala quieta Kendra – dijeron a las espaldas de la rubia y ella volteó, mientras yo alzaba la mirada –

Era una chica muy hermosa, no quiero decir que Kendra no lo sea, pero ya me cae mal, su actitud déspota me hace odiarla. Pero esta chica tiene una mirada tan dulce, pero su voz es tan firmé, su cabello castaño agarrado en una coleta, el uniforme supongo que de porrista, su piel bronceada, sus ojos verdes, es hermosa.

-Discúlpala, ella suele ser una bestia a veces – dijo sonriendo y Kendra se quejó –
- Mejor me voy – dijo Kendra y se giró para irse –
- Disculpa a mi hermana es insoportable a veces, sólo por ser capitana – asentí lentamente y le quité interés –
- No puede ir por la vida amenazando a la gente, porque no sabe con quién se va a topar peor que ella – dije seria y la castaña asintió – ¿Cómo es que ella es rubia y tú castaña? – pregunté y ella sonrió –
- Mi padre es castaño y mi madre rubia – asentí lentamente – mucho gusto Catalina – ofreció su mano y la estreche – ¿Tú eres Hera no? – rodé los ojos y asentí –
- Ya sabes quien soy – dije odiando ser la nueva –
- Es un placer, bueno los dejo, adiós chicos – dijo Catalina y se fue –
- O sea, la capitana de fútbol te odia y la de porristas te salva como damisela en apuros y apenas llevas dos días aquí – Julián puso su mano en mi hombro – esto va a estar bueno – dijo y nos reímos –

Seguimos hasta el gimnasio, Jesús y Julián se fueron al baño de hombres mientras Hanna me guió al de chicas, me sorprendió lo grande que es, no me lo imaginé así, Arcadia me sorprende, pero me siento en casa aquí, en Estados Unidos la escuela donde estaba era aún más grande así que me adapto a este lugar.

Nos cambiamos, yo opté por un short azul y la camisa blanca sencilla que lleva el logo de la escuela, me amarre el cabello y me puse los Adidas blancos para salir con Hanna mientras le cuento como era mi vida en New York.

-Buenos días chicos – habló la profesora –
- Ella es el amor platónico de la mitad de esta escuela – fruncí el ceño y la detalle –

Es guapa, tiene ojos marrones, cabello negro hasta los hombros, piernas grandes, abdomen definido, alta, la ropa ajustada la hace ver muy definida y esta bien, pero no es para tanto.

- Sobrevalorada – susurré y Hanna se reía –
- Ahora quiero conocer a la nueva – rodé los ojos –
- ¿Quién es? – preguntó y todos voltearon a verme –
- Supongo que me toca hablar – dije cruzada de brazos –

Su mirada lasciva, viéndome de abajo a arriba me erizó la piel, pero no como Michelle, la mirada de Michelle me gusta, esta no, esta me da asco. Sonrío a lo que nuestras miradas conectaron y empezó a hacerme preguntas hasta que se aburrió y comenzó la clase, lo cual agradecí.

-Ahora chicos ¿quieren fútbol o baloncesto? – todos gritaron emocionados y no entendí aquella emoción –
- Eso es porque van a jugar baloncesto – me dijo Hanna y asentí aburrida –

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