14. Equipo

298 72 0
                                    

                Los siguientes días corrieron rápido, apenas podía creer que ya hubiera pasado una semana, habían sucedido un montón de cosas, pero a la vez era como si el tiempo hubiese pasado volando.

El felino se comportaba sorprendentemente tranquilo y sucedió algo que lo dejó alucinado, después de oler de manera casi compulsiva la red de dónde sacó al zorro pensó que intentaría seguir el rastro de éste, pero en lugar de eso los siguientes días encontró otras trampas antes de que algún animal cayera en ellas, el de cabellos oscuros detuvo los pasos del tigre un par de ocasiones, evitando que cayera en un cepo, lo cual para ellos o cualquier especie hubiera significado, mínimo, una extremidad fracturada.

—Hacemos buen equipo ¿verdad? — le dijo, revolviéndole los cabellos mientras el otro sonreía.

Cada vez más permitía que Reborn le acariciara la cabeza para felicitarlo por un trabajo bien hecho...a la vez que el guardabosque se recordaba que no debía tratarlo como una mascota.

Esto resultaba difícil cuando aún tenía que perseguirlo para que tomase un baño (aunque ahora parecía tomarlo como un juego) y que no hacía un buen trabajo vistiéndose por sí mismo...ni hablar de los converse negros que seguía sin anudar correctamente ni querer usar de buena gana a pesar de que a diario el guardabosque le mostraba cómo hacer el nudo de los cordones.

Resultaba aún más difícil desde la mañana que despertó sintiendo un calor inusual en el costado en el que había sido herido, en lugar de estar durmiendo en el sofá estaba hecho bolita, ronroneando a su lado en la cama.

Sabía que los de su especie dormían hasta 16 horas diarias, aunque el castaño no pasaba tanto tiempo tomando siestas sí que comenzó a aprovechar cuando lo veía sentado o quieto para echarse a su lado, quedándose dormido.

—Tengo que moverme ¿sabes? — la cabeza castaña descansaba en su regazo, las orejas ni siquiera se movieron, signo de que estaba descansando de forma profunda, al final le dio pena moverlo, dejándolo seguir su dormitada, dándose tiempo para observar las nubes que se movían de forma perezosa por encima de ellos, comenzando a sentirse somnoliento.

The Animal Inside of YouDonde viven las historias. Descúbrelo ahora