35. Hueles a mentiroso

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—Pensándolo bien, en todo caso hubiera tenido que defenderlo a él si algo turbio estuviera pasando ¿sabes? Con esas garras y dientes le arrancas los cojones sin apenas intentarlo—.

Rubius no dejaba de reír a pesar de que el incidente había sucedido hacía rato ya, Luzu caminaba a su lado, sintiendo que las mejillas le ardían aun y cuando intentaba poner una expresión molesta.

—Pero, ya en serio, me alegra tenerte de regreso— el oso tomó al otro con un brazo, revolviéndole el cabello con la mano contraria, haciendo reír un poco al castaño.

Siguieron caminando, atravesando el portal que los llevaría hacia el castillo de JoseCristo para llevar a cabo el recado que les habían pedido.

—¿Qué planeas hacer? — Luzu se encogió de hombros, mirando hacia arriba —Regresarás a tu casa, seguro...— el más bajo desvió la mirada, el noruego vio de reojo el movimiento nervioso de cola —¿verdad...?—.

Al notar la mirada del noruego en su cola el tigre la sujetó, haciendo que dejara de ir de un lado a otro, sacando una pequeña libreta del bolsillo frontal de su sudadera.

« Reborn cree que lo mejor es que me quede con él por si hay algún retroceso, además Auron lo dejó encargado de mi seguridad y es algo cuadrado con eso ¿sabes? Solo serían solo un par de días a lo sumo, no quiero que se preocupen de forma innecesaria o causar problemas por hacer algo imprudente...»

—Mucho texto—

Luzu comenzó a golpear al otro con su material de escritura ante tal respuesta, haciéndolo reír en lugar de que le doliera.

—Ya, ya, es que, conociéndote, uno creería que correrías directo a casa, porque te gusta más estar solo, ir a tu rollo, a menos que...— paró en seco, levantando una ceja mientras miraba al otro —a menos que tengas otros motivos...—.

La sonrisa socarrona del oso puso incómodo al castaño, en especial porque se estaba acercando demasiado haciendo un sonido como de "Hmmmm".

—¿Será que tigrecito sí que tiene algo con el guardabosque? —

Los colores se le subieron al rostro al otro, quien hacía movimientos de cabeza y manos negándolo todo, Rubius lo rodeaba, comenzando a olfatearlo.

—Hueles a puto mentiroso ¿si sabes que los híbridos podemos oler el miedo y cuando alguien miente? ¿Lo has intentado? —

El miedo en la cara de Luzu no tenía precio, más aun por cómo aun sujetaba su cola, intentando olerse a sí mismo.

—No sirve de nada mentir...— siguió sonriendo el noruego, acorralándolo, consiguiendo que el otro bajase los hombros, mirándolo con una mezcla de vergüenza y resentimiento —¡Lo sabía! ¡Lo puto sabía! Que un híbrido en teoría salvaje no se comportaría así con un humano cualquiera—.

El castaño siguió caminando, agachando las orejas visiblemente mosqueado mientras el otro no paraba de hablar.

—Pero, a ver, a ver— decía, remarcando la "r" —¿Cuándo empezó? ¿Cuándo recién llegaste con él? ¿Eres algo así como un gatito con un crush y se te pasará o era desde antes? Cuenta, cuenta— vio cómo el otro se calaba la capucha, sacando apenas las orejas que iban muy agachadas, haciéndolo soltar una carcajada que rayó en lo histérico —No me jodas Luzu ¿desde cuándo? —.

El aludido se mordió los labios, agachando la mirada, preguntándose seriamente si Rubius de verdad podía oler a un mentiroso.

The Animal Inside of YouDonde viven las historias. Descúbrelo ahora