Capítulo 5: Dinero y sus problemas

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Comenzaba otro nuevo día y esta vez, tendría que dedicarlo al papeleo, algo que me aterraba, leer su nombre y ver sus cosas aún me paralizaba pero tenía que poner en orden cualquier asunto legal o de pagos que tuviera mi padre.

Baje las escaleras en cuanto sonó el despertador dejando al pequeño acurrucado en la cama. Me hice un café bien caliente y cogí una manzana. Abrí la puerta del estudio, aún sentía algo en esa habitación, no se si el alma de mi padre pero no me gustaba estar allí, cogí aire y valor todo de una vez para sentarme y encender su ordenador portátil.

"Introduzca contraseña", genial, ya empezamos con los problemas desde bien temprano. Probé la fecha de nacimiento de mi hermano, la mía y la mi padre... nada ninguna de ellas era la correcta.

-Papá ¿Qué contraseña pusiste? - dije en voz alta

Decidí mirar su agenda, esa de cuero marrón. Miré instintivamente el día 4 de Febrero, únicamente dos anotaciones:

"Llamar Stephen"

"Mandar publicación valores inmobiliarios"

Nada de aquello me daba pistas de su contraseña, decidí mirar en sus notas, al final de la agenda. Allí pude ver anotaciones sin mucho sentido entre si, palabras sueltas, y una fecha que si me sonaba: 12/09/1984 la boda de mis padres. Sabía que sería improbable, después de que ella nos abandonara hace poco menos de tres años.

Nunca habíamos hablado de aquello, más que dos conversaciones muy escuetas el día que se marchó, mi madre cayó en el mundo de las drogas algo que mi padre y yo no pudimos perdonarle jamás. Llegó el día que no quiso escucharnos más y decidió irse. Nunca más supimos de ella, jamás. Y casi lo prefería, cuando ella estaba con nosotros, la casa era una locura, venía a deshoras borracha y puesta, eso causaba peleas con mi padre que le rogaba que dejase aquella vida, de mi se alejó y yo solo la odiaba por haber roto todo lo que habíamos construido.

"Contraseña correcta", de repente allí estaba frente al ordenador de mi padre que había puesto la fecha de boda como contraseña, supongo que ese día él fue muy feliz.

Había muchas carpetas, todas con nombres de publicaciones que hacía en colaboración con el periódico Daily Pittsburgh. Seguí buceando en las carpetas hasta que encontré algunas que me harían falta "Papeleo casa" abrí aquello y estaba la escritura de mi casa y pude ver una cancelación de la hipoteca. Me llamó la atención pues no sabía que mi padre había terminado de pagar la casa, aquello me llenó de tranquilidad. Así no tendría que pagar hipoteca ni marcharme por no poder pagarla.

Seguí investigando sus carpetas hasta que di con una que ponía "Estatuto empresa". ¿Empresa? No sabía que mi padre formara parte de una, nunca lo mencionó. Abrí la carpeta pero otra vez aquel maldito mensaje "Introduzca contraseña". Probé cualquier cosa que se me ocurría, fechas, palabras que usaba, nuestros nombres, todo aquello que me llegaba a la mente, y nada. No sabía porque mi padre querría guardar aquello tan celosamente, pero supuse que sería algo grande que no estaba atado, pues mi padre no tenía secretos conmigo.

Decidí seguir mirando pero vi poco más que me llamase la atención, fotografías de Wyat y mías. Anotaciones de trabajo, citas o publicaciones dejadas a medias.

Sabía que mi padre era más de papel y bolígrafo como buen periodista antiguo. Así que supe que tendría que ver todas las carpetas y papeles que tenía en el estudio, pero hoy no iba a ser ese día.

Salí al salón y decidí abrir mi correo electrónico, casi un mes sin hacerlo. La cantidad de e-mails que tenía fue abrumadora, de los profesores de algunas asignaturas preguntadme por mi y si todo iba bien, otros dándome la nota de algunos exámenes que hice, y otro menos amables advirtiéndome de que la falta continuada a clase supondría no poder presentarme a los exámenes. Había correos de Bruce mi mejor amigo, me advertía de la cantidad de llamadas que me había hecho para saber de mi, de que las clases de "Derecho a la información" era imposible sin mi, y de que Greta seguía sin mirarle ni siquiera por descuido, había más de 37 e-mails de él contándome el día a día o los cotilleos de la Universidad, me reí como hacía tiempo que no lo hacía y supe que le debía una llamada y una disculpa.

Seguí con los e-mails hasta que vi uno que me llamó poderosamente la atención: "Secretaría Universidad Periodismo: Pago matrícula". Abrí el correo y no me podía creer lo que leía, habían intentado por tercera vez cobrar el pago de la matricula pero había sido rechazada y se ponían en contacto conmigo de manera urgente para que hiciera el pago. Aquello debía ser un error, cuando hice la matricula de este año domicilié el pago como me dijo mi padre y se cobraría de manera automática. 

Tendría que ir al banco y ver los movimientos para saber que había sido un error. Así que sabía que si quería presentarme a los exámenes debía hacerlo y pronto.

La mafia y élDonde viven las historias. Descúbrelo ahora