Capítulo 4: Limpiar cuerpo y alma

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Sonó el despertador y me moví rápidamente para apagar la alarma y que Wyat no se despertara. Lo miré y no pude evitar darle un beso en el pelo y aspirar su aroma. Desde ese día siempre dormimos juntos y se que no es lo mejor para él ni para mi, pero tenerlo al lado me reconforta.

Salí de la cama y bajé las escaleras cuando llegué a la mitad y miré hacía el salón vi cuanto trabajo tendría hoy, así que suspiré y cogí fuerzas para no echarme a llorar, eso desde hoy se había acabado.

Eran las 05:10 de la mañana cuando comencé a limpiar todo a aquello. Tirar restos de comida, limpiar vasos y platos de días atrás, recoger los juguetes, poner lavadoras y secadoras de toda la ropa que había tirada, limpiar el sofá, aspirar todo el salón, y... descorrer las cortinas. Cuando lo hice me quedé allí parada mirando cuanta luz entraba en casa y cuantos días sin verla aparecer.

Cuando había terminado de limpiar el salón por completo habían pasado mas de dos horas y aunque estaba realmente cansada no paré ni un instante para que las lágrimas no corrieran por mis mejillas.

Cuando comencé por la cocina ni siquiera sabía por donde comenzar, valla desastre y valla olor tan desagradable. Fregar, poner lavavajillas, limpiar todo el comedor, y tirar una cantidad ingente de comida pre cocinada que era lo único que habíamos comido los dos todos estos días.

Cuando abrí el frigorífico supe que era de allí de donde venía ese olor tan nauseabundo. Pude ver como se había echado a perder la comida que había cocinado mi padre el día anterior a que lo matarán, su botella preferida de vino blanco, y su chocolate con almendras y toffe.

Tiré todo aquello, apenas se salvaron un par de pequeñas botellas de agua, cuando terminé y miré la nevera pensé que sería la nevera más desoladora de todas las casas de Pittsburgh. Así que me anoté mentalmente que hoy quisiera o no tendría que salir al supermercado y hacer la compra.

Fue cuando terminé toda la cocina cuando me permití un pequeño descanso y un trago de agua bien fresca. Suspiré aliviada de que mi casa fuera un hogar decente y limpio en el que mi hermano se criara sin problemas.

Decidí seguir con mi rutina de limpieza, y continué con el baño. Al abrir los cajones supe que tenía que quitar algunas cosas, el cepillo de dientes de papá y su peine. Al ver su perfume no pude evitarlo y lo olí aspirando muy profundamente, y parecía estar allí, recién duchado y perfumado cuando de broma siempre le decía que olía a pastelito de manzana recién hecho.

Cerré esa ventana al recuerdo, para no volver a emocionarme y tiré todo a la basura menos su cuchilla, que siempre me decía que era su bien más preciado porque mi abuelo se la regaló cuando cumplió 17 años. Pensé que sería un regalo muy bonito para Wyat. También me quedé con su perfume, aunque decidí meter sus cosas en una caja y dejarlas bien guardadas para no recurrir a ellas continuamente.

Ahora únicamente me quedaba por limpiar su pequeño estudio. Donde podías encontrar a mi padre casi siempre. Era ordenado y solo tuve que limpiar el polvo y guardar algunas publicaciones suyas y anotaciones en una carpeta, por ahora no quería tirar todos aquellos papeles pero tampoco me sentía con fuerzas para leerlos y recrearme en ellos. Así que una vez los había guardado y había limpiado todo su estudio, cerré la puerta y puse fin a la jornada de limpieza por lo menos durante esa larga mañana porque Wyat había decidido despertarse.

Lo cargué en mis brazos y cuando lo bajé pude notar su cara de asombro al ver de nuevo su hogar como el siempre había recordado.

-Wyat, bienvenido a casa de nuevo - Le besé con profundidad y esperando a que me perdonase todos estos días en los que únicamente me había importado que comiese y durmiese sin pensar en cuanto me necesitaba este renacuajo.

La mafia y élDonde viven las historias. Descúbrelo ahora