Wyat esa mañana parecía triste y no quise preguntarle porque sabía cuál sería su respuesta. Echaba de menos a Jason y yo también además creo que sabía que nos estábamos alejando cada vez más de él.
En el coche seguíamos haciendo kilómetros y el silencio entre los dos se había instaurado, sabía que estaba enfadado pero no quise que me lo dijera.
Llegamos a Niagara Falls y él se había quedado dormido, paré a echar gasolina y miré el teléfono para comprobar hacía donde seguir cuando vi varios mensajes.
Gina: "Te echo de menos, dime que estás bien"
Le contesté con un breve "lo intento".
Madison: "Cuidaros los dos. No soy la única que os echa de menos"
Releí el mensaje más veces de las que son normales, sabía que era por él. Estaba echándonos de menos y eso significaba que lo que habíamos vivido era real, aunque no me escribiera.
Le contesté: "Wyat no me va a perdonar que os esté alejando de él"
Pulsé enviar, mirando al niño que seguía durmiendo. Miré el mapa para saber que hacer hasta que pensé que a Wyat le encantaría ver las cataratas del Niagara. Conduje hasta allí y lo desperté.
-Tengo una sorpresa para ti - le dije susurrándole al oído mientras le acariciaba la cara para despertarlo con mimos.
Él se fue despertando y había recuperado el buen humor.
-Vamos a subirnos a un barco a ver las cataratas del Niagara. ¿Qué te parece el plan?
El niño sonrió de oreja a oreja y mi día mejoró considerablemente.
La excursión fue apasionante, vimos las cataratas desde bien cerca y mientras el guía nos contaba curiosidades Wyat no podía quitarse de la cara esa expresión de grandeza.
-Vamos a hacernos una foto para tenerla siempre de recuerdo - le dije mientras nos hacíamos un selfie
Le enseñé la foto y sonrió de medio lado
-Ojalá Jason estuviera aquí - me dijo con un fondo de pena en su deseo
-Yo también le echo de menos Wyat - le dije acariciándole la cabeza
Volvimos de la excursión y era la hora de almorzar así que le concedí el deseo de comer Hot dog y patatas fritas en un parque alrededor de las cataratas.
En ese instante recibí una llamada del gestor inmobiliario que vendería la casa de mi padre. Tenía que darle la llave de la casa porque en dos días haría una jornada de puertas abiertas para varias personas que estaban interesadas en la compra del inmueble.
Además tendría que firmar algunos papeles para poder continuar si alguna de las ventas se producía. Le confirmé que podríamos vernos este mismo día a última hora de la tarde en una cafetería.
Le escribí a Gina que volvíamos para tramitar papeleo de la venta de la casa y me llamó diciéndome que estaría en la cafetería para vernos.
Así que pusimos rumbo de vuelta a Pittsburgh. Eran más de las ocho de la tarde cuando llegamos a la cafetería y no vimos a Gina pero el agente inmobiliario si que estaba esperándonos con el papeleo pertinente y pude darle las llaves para que enseñara la cara en un par de días.
Saltó una alarma que anunciaba en la TV la llegada de un huracán anunciaba un noche de fuertes vientos y lluvias torrenciales, aconsejaban no salir de casa y tener reservas de agua y comida.
-Es hora de marcharse a casa - dijo el agente inmobiliario levantándose- la llamaré en cuanto tenga noticias sobre la venta
Yo le estreché la mano y miré por la ventana como cada vez hacía más viento y lluvia.
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La mafia y él
DragosteEl mundo de Emma empieza a derrumbarse y se ve rodeada de problemas que nunca pensaba tener y a cargo de un hermano pequeño de cinco años. Jason es un narcotraficante, alejado del mundo real, caprichoso, celoso y compulsivo. Ambos se encuentran y y...