Ahora ya nunca sonaba el despertador, nunca salía a correr y jamás hacía nada y cuando digo nada es nada.
Me limitaba a sobrevivir un día más, uno tras otro sin ningún aliciente. El día comenzaba con Wyat tocándome la cara para que abriera los ojos. Le preparaba el desayuno, lo aseaba y lo sentaba delante de la televisión a que consumiera su tiempo delante de esa maldita pantalla.
Yo apenas comía, dejé de ir a la Universidad y había perdido mi alma, mi esencia, a mi padre. Nunca más volvería a escuchar el traqueteo de las teclas del ordenador ni volvería a oler a café a las cinco de la mañana y yo creo que nunca he sido más consciente de que mi vida era una basura y que no hacía nada por que fuera ni siquiera un poquito distinta.
Cuando Wyat se cansaba de ver dibujos animados, le hacía el almuerzo con desgana y lo dormía como podía. No ocupaba mi tiempo en absolutamente nada, únicamente focalizaba todos mis esfuerzos en recordar algo que hiciera que me explicara porque mataron a sangre fría a mi padre, un señor de 57 años, con un tiro en el corazón a bocajarro.
Iban sucediendo los días de la misma manera, de esa forma tan monótona y tan gris. Hasta que un día, sonó el timbre de casa. Me quedé al otro lado de la puerta, con la mano en el pomo, sin saber si abrir y seguir refugiándome en casa.
-Emma cariño, soy Anna, tu vecina, solo venía a saber si estabais bien tu y el pequeño... - No la dejé terminar cuando abrí la puerta de un solo movimiento y la atrapé en mis brazos, dándole el abrazo más grande que jamás había dado a nadie.
Anna era nuestra vecina de toda la vida, esa que nos traía galletas el día de nuestro cumpleaños, o que el día de acción de gracias papá la invitaba a casa a almorzar para, de alguna manera, agradecerle el cariño que nos daba siempre.
-Emma... shhhhh - Me acunaba mientras el abrazo no terminaba - Tranquila, he venido en cuando me he enterado, llevaba unos días de viaje cuando al llegar he oído lo que había pasado.
-Anna... ni siquiera se que tengo que hacer ahora - Le dije invitándola a entrar en casa con la mano
Cuando Anna dio dos pasos, se echó las manos a la boca ahogando un grito casi de terror, y en ese instante me di cuenta, como ella de, que mi casa era de todo menos mi casa, estaba oscura pues no había corrido, desde que mi padre murió, ni una sola vez las cortinas, había cientos de restos de comida y platos en la mesa del salón. El suelo estaba lleno de ropa tirada o juguetes.
-Anna, lo siento... yo... ni siquiera se como hacer esto... - Le dije terriblemente avergonzada
La pobre mujer me miraba y miraba el resto de la casa con espanto. Miro como Wyat dormía en el sofá cuando le dio un beso junto con una caricia en el pelo que me partió el alma.
Fuimos a la cocina, y a medida que iba entrando iba recogiendo todo lo que veía, cartones de leche vacíos, restos de basura sin tirar, platos sin limpiar...
-¿Quieres tomar algo Anna? - Le dije inundada de vergüenza y culpabilidad
-No cariño, esta bien así - Me dijo tocándome la mejilla y transmitiéndome su calidez.
Ella se sentó en uno de los taburetes altos mientras acercaba otro y me ofrecía asiento. Cuando ambas estábamos sentadas, una frente a la otra, comenzó a decirme:
-Lo que ha pasado ha sido lo más terrible que hayamos podido imaginar, y ni siquiera se que decirte para reconfortarte pero Emma, papá no querría verte así, mírate - En ese instante miré mis pintas y sabía muy bien a lo que se refería
-Ni siquiera se por donde empezar, tengo tanto miedo, y Wyat... - Le dije mientras los ojos se me inundaban de lágrimas.
-Si hay alguien capaz de esto, esa eres tu. No quiero imaginarme a tu padre viéndote y mirando como pasan los días y Wyat y tu no parecéis querer intentarlo
-Lo sé, Anna... tienes razón, pero...
-Tienes que hacerlo por Wyat, y yo estaré aquí para lo que me necesites, siempre, pero tienes que hacerlo por él y por ti, tienes que continuar... Vamos Emma, ni siquiera parece una casa... -Me dijo Anna mientras señalaba el comedor inundado de basura.
La abracé todo lo que pude y le susurré al oído: "Mañana comenzará nuestra nueva vida, hoy déjame llorar un poco más".
Con la fuerte promesa a ella y a mi de que esto cambiaría, cerré la puerta de casa y miré hacía arriba y susurré: "Te lo prometo papá".
Fue entonces cuando nunca rompería la promesa de que nuestra vida cambiaria y que Wyat no volvería a vivir así ni un solo día más.
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La mafia y él
RomanceEl mundo de Emma empieza a derrumbarse y se ve rodeada de problemas que nunca pensaba tener y a cargo de un hermano pequeño de cinco años. Jason es un narcotraficante, alejado del mundo real, caprichoso, celoso y compulsivo. Ambos se encuentran y y...