Después de más minutos de los que reconocería, volví a arrancar el coche y esté me devolvió el pitido que le caracterizaba cuando necesitaba gasolina.
-Genial - dije en voz alta - mi día mejora por momentos
Tomé la cuarta salida y mientras llenaba el depósito un escalofrío recorrió mi cuerpo cuando por mi lado pasó el coche de Drew, un coche deportivo color rojo cereza, por supuesto, iba una de las chicas de su bar, rubia, subida a unos tacones de infarto y con un vestido que bien podría parecer un picardías del mismo rojo que el coche, eran poco más de las ocho y media de la mañana así que suponía que la noche aún estaba por terminar para ellos.
Aún recuerdo los comentarios de mi padre cuando alguna vez lo veíamos "tu madre se acercó demasiado a ese tipo" "tiene tantos delitos que podría escribir varios tomos de él", todos en Pittsburgh sabían que regentaba un bar, aunque poner copas era lo último que hacía. Alguna vez había estado allí cuando mi madre nos abandonó, hablé con Drew más de una vez, y siempre me trató como una niña que le incomodaba cuando aparecía por allí. Nunca quiso decirme nada sobre mi madre, aunque sabíamos que ella iba allí a consumir y comprar más de lo que hubiésemos querido.
Drew era un tipo lánguido, con mal aspecto, y usualmente vestía con ropa muy estrafalaria, siempre lo veías con unos zapatos blancos de piel y un cinturón negro que en la hebilla se podía leer: THE BOSS. Era un tipo arrogante, pero ante cierta gente se le veía dudar y parecer poca cosa. Cuando te acercabas olía a colonia barata y siempre mascaba chicle cuando no fumaba.
Había muchos compañeros de Universidad que la noche la acababan en ese bar, y era el tipo de gente con la que no te vendría bien estar más de diez minutos.
Intenté no mirarlo, volví a montarme en mi coche y reanudé la marcha. Directa al banco, dónde sólo empeorarían las cosas.
- Señorita Miller, aquí tiene, la cuenta del señor Miller y sus nuevas credenciales, su nueva tarjeta, si es tan amable de firmar aquí - Me dijo el director del banco señalándome un recuadro blanco
Estampé mi firma y miré el saldo de la cuenta: 158 $ y 36 centavos.
- Disculpe, debe haber un error... - Dije titubeando
-No lo hay señorita Miller, ese es el saldo del que disponía el señor Miller... - Me contestó el director del banco adivinando lo que iba a decirle
- Pero, ¿Cómo es posible?... Mi padre trabajaba... - Conseguí decir en voz alta
-Señorita disculpe la intromisión pero... El señor Miller llevaba meses sin trabajar en el Daily Pittsburgh cómo llevaba haciendo desde hacía años, de hecho hubo irregularidades con el pago de algunas facturas que el señor Miller atendió días antes de que falleciera... - Me informó el director sin yo dar crédito a todo lo que iba diciéndome
Mi padre, llevaba meses sin trabajar, sin publicar nada, sin un sueldo ¿Cómo no me había enterado? ¿Cómo no me había dicho que lo habían despedido?
Volví a casa casi sin saber como lo había hecho, no podía dejar de darle vueltas a como mi padre no me había dicho nada, y cómo era posible que sólo tuviéramos en el banco 158$, ¿ Qué se suponía que debía hacer con ese dinero? ¿Cómo iba a mantenernos los dos? Pensaba que mi padre tenía algo ahorrado y con ello terminaría la Universidad y buscaría algo de trabajo, ahora todo eso era imposible.
Tenía 280$ en la cuenta después de haberle echado gasolina al coche, y con los 158$ de papá, no tendría ni para tirar un mes, busqué por todos los rincones de la casa por si había algo de dinero guardado y lo único que encontré fueron 15$ más en un bote en el que solíamos dejar las monedas que nos sobraban, en total 453$. No podía creerme que me estuviera pasando esto.
Recordé que en la caja donde guardé todas las cosas de mi padre metí su cartera y recé para que hubiera algo más de dinero. Abrí la caja y la cartera marrón, en ese instante la caja olía exactamente como lo hacía mi padre, aquel perfume que estaba en la caja parecía haber impregnado su esencia en toda ella. Respiré hondo y abrí la cartera y pude ver algo más de cien dólares en efectivo, junto con las tarjetas del banco y alguna otra tarjeta sin importancia, nada más.
557$ era todo lo que teníamos y entendí que teníamos un gran problema.
ESTÁS LEYENDO
La mafia y él
RomanceEl mundo de Emma empieza a derrumbarse y se ve rodeada de problemas que nunca pensaba tener y a cargo de un hermano pequeño de cinco años. Jason es un narcotraficante, alejado del mundo real, caprichoso, celoso y compulsivo. Ambos se encuentran y y...