Kim Seok Jin, hijo de un militar homófobico del cual sólo recibió golpizas por sus rasgos finos, su amor por el rosa y ademanes femeninos, tiene que hacerse cargo de una disquera que su familia maneja, mientras su padre vuelve al campo de batalla p...
Los adornos de plástico que colgaban del techo, temblaban por la música del lugar, apenas dejaba escuchar los aplausos a los artistas que estaban presentándose en el evento de beneficencia.
El presentador hizo uno que otro chiste por cada donación que recibió de parte de los invitados, traían sus cheques para depositarlos en la tómbola y ser fotografiados por conocidos encargados de redes sociales, publicándola como noticia "espontánea" de un evento "no contemplado".
Faltaba sólo presentar el demo, así que Park Jimin y Min Yoon Gi se resignaron a presentarlo solo ellos y Kim Seok Jin. Estuvieron buscándolo por todo el evento, rindiéndose a la tercera vuelta dada, se acercaron a Soha como última opción.
—¿Jin?, un amigo de su padre lo sacó a tomar aire, al parecer no se sentía bien. —Dejó el lugar encargado a uno de los guardias. — La verdad me quedé muy preocupada. No podía ni hablar, pero el hombre no quiso que dejara mi puesto y Jin me dio a entender que estaría bien. —Su rostro fue adquiriendo tonalidades temerosas. —Aunque he ido a buscarlos no los encontré, creí que estarían con ustedes.
Suga frunció el entrecejo, poniendo sus manos sobre su cadera, tratando de pensar y Jimin buscó su celular para marcar a sus amigos, entendió que algo raro estaba pasando.
—¿El entrenador? —preguntó mientras escuchaba los tonos, esperando que le contestaran.
—Sí, creo que así le llaman todos...
Los chicos no quisieron preocuparla, aunque en realidad estaban cansados de temer siempre en cada momento, quisieron engañarse con pensamientos sobrepuestos a los verdaderos que solo auguraban tragedia. Tae y Jung Kook no contestaron y menos Seok Jin.
—¿Puedes hacerte cargo Soha?
—¿De presentar el demo? —La señora abrió los ojos en señal de sorpresa, algo tan importante encomendado a una secretaria que a lo más que aspiraba en esos eventos, era organizar y decorar. Los jóvenes asintieron sin esperar respuesta, salieron lo más normales, sin levantar sospecha alguna del terror presente en sus personas.
—Algo anda mal, Suga, algo anda muy mal.
—¡Jimin!, tranquilo. —Lo tomó de los hombros, tratando de traerlo de sus pensamientos pesimistas.
—¿Qué hacemos?, ¿dónde buscamos?, ¿a dónde vamos? —tanta pregunta mareó al pálido chico que quiso contestar aunque sea una, pero no tuvo éxito.
Voltearon para todas partes, teniendo la esperanza de obtener alguna señal de su amigo, al menos una pista del camino que pudiese llevarlos hasta él, sin embargo la ciudad empezó a parecerles enorme y ellos a sentirse pequeños, limitados e impotentes.
Caminaron por separado, llegando a las esquinas contrarias de la calle, prestando total atención a las intersecciones para visualizar algo que ayudara. Un intento más en vano.
—¿Le hablaste a Nam? —cuestionó Yoon Gi.
—¡No! —Sacó rápido el celular, golpeando su frente por haberse olvidado de Nam Joon. Rezó porque él sí contestara.
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