Míreme

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Habían llamado a la madre de Kim Seok Jin, avisándole que tendría que quedarse en casa de Park Jimin con otros compañeros de trabajo por cuestiones laborales.

Se habían turnado para cuidarlo, incluso Yoon Gi ayudó pacientemente.

A las tres de la madrugada Nam fue a relevar a su amigo quien parecía estar más dormido que despierto. Salió del cuarto y cerró la puerta para que el frío no entrara, procuraban que nada perturbara el efecto de los calmantes.

Nam Joon se quedó parado frente a la cama, manteniendo su cabeza limpia de cualquier prejuicio hacia el chico acostado e inconsciente.

Un leve suspiro de su parte fue suficiente para que se retorciera con dolor y despertara adormilado.

—¿Jimin? —preguntó aún sin mirar a su cuidador—, hola —mencionó después de ver a Nam acercándose. En serio trató de no mostrar emociones, pero no podía verle a los ojos. El chico lo había decepcionado y aunque trató de entender las razones de su comportamiento, sintió coraje ante él y su rostro lo trasmitió—. No es necesario que te quedes. —Pese a estar herido seguía intimidando por su simple tono de voz y su mirada ausente. Odiaba que lo miraran de esa manera, como si no fuese suficiente para el mundo, igual que su padre lo hacía, debido a esa mirada Seok Jin también sintió coraje contra Nam.

—Necesito traerte alimentos y agua. —Corrió ignorando las palabras del convaleciente.

En menos de unos cinco minutos ya estaba de regreso, pero lo impresionó la facilidad con la que se ponía la ropa, como si no hubiese dolor en su cuerpo.

Las lágrimas quisieron escapar de su rostro, olvidó la decepción y el coraje. Jimin sabía de lo que hablaba, parecía vivir para los demás sin importarle su persona, estaba tan acostumbrado a controlar el dolor que podía incluso fingir que no había heridas a punto de abrirse.

—La ropa está sucia —dijo inocente, ignorando las razones de tales manchas o fingiendo hacerlo.

—Sí. —Kim Seok Jin pasó por un lado de él y se paró, hombro a hombro, no lo miró, solo quizo entender la actitud de Nam Joon y pareció hacerlo. Se fue. Después de ocho minutos un grito despertó a los muchachos. —¡SOY UN IDIOTA!

Corrió a la calle, buscando la dirección correcta y los recuerdos lo empezaron a llenar: aquella ocasión donde el joven huía para no hablar de trabajo. Y sonrió.

No tardó en visualizarlo, aunque disimulara muy bien el dolor, no dejaba de ser humano. Las heridas estaban ahí.

Tomó aire, quería volver a su comportamiento anterior, antes del "accidente". Se acercó apresurado con paso ligero para no hacer ruido.

—Eres el Dios de la destrucción, tus pasos son como una manada de elefantes. —Nam Joon rió y lo tomó del brazo, impidiendo que continuara.

—No siempre iré tras de usted—susurró ante la idea de que eso se hiciera costumbre.

—La idea de huir de ti me genera gusto, no puedo prometerte lo mismo.

Su sarcasmo, presencia imponente, sentido del humor y seriedad, estaban, pero su mirada no, el brillo en sus ojos tampoco y Nam lo abrazó sin pensar. Seok Jin lo apartó bruscamente.

—Nos vemos mañana Kim Nam Joon. —Se alejó sin mirar atrás y por alguna razón entendió que no haría que volviera. Sin querer rompió la confianza que ese joven había depositado en su persona.

 Sin querer rompió la confianza que ese joven había depositado en su persona

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La musa secreta [NamJin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora