Paz

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Jimin había dejado solo a Nam para ir a grabar, así que decidió trabajar en su canción. Ya llevaba algunos días ahí y no había hecho nada referente a su contrato de prueba.

Pensó en ir a la oficina y trabajar junto a Seok Jin por si tenía alguna duda o quería algún consejo, pero desistió por su orgullo, además de que no tenía aún nada escrito.

Estuvo tarareando algunos ritmos y unas cuantas palabras que no encajaban, estaba empezando a frustrarse, arrugó hoja tras hoja y el calor lo invadió provocando que se deshiciera de la chaqueta del pans. Su abdomen marcado alcanzaba a transparentarse al igual que sus pectorales, los brazos apenas soportaban la presión de las mangas que parecían aferrarse a la piel, aunque era soportable.

Jin ingresó a la cocina, algo distraído. No había parado de pensar en Haneul y él, ¿en serio estaba seguro de intentarlo?, esa era una de las más grandes preguntas que rondaban por su mente.

Quizo prepararse un té para el estrés que estaba sintiendo, no solo por entrar a un mundo desconocido, sino que estaban a punto de iniciar con la etapa más atareada de la disquera: llena de eventos, reuniones, contratos, lanzamientos y cumpleaños del personal que era el sello de la empresa, una disquera donde el personal tenía importancia.

Con la mirada perdida no se percató de Nam Joon que estaba trabajando y lo había mirado pasar como un zombie.

Seok Jin agarró una taza y vertió agua hirviendo en ella, estaba muy distraído, no pudo atinarle por completo, le cayó en la mano, un grito leve, pero lleno de dolor asustó a Nam, volteó de inmediato, observó la mano roja de Jin y fue hasta él.

—Kim Seok Jin, ¿está bien? —Le agarró el brazo, jalándolo hasta el lavabo y se cercioró que el agua estuviese fría, metió la mano de Jin con cuidado. — Debe tener más cuidado, este tipo de cosas pueden afectar la piel y volverla más delicada.

—¿En serio? —preguntó con asombro y preocupación, abriendo los ojos aún más.

—La verdad es que no lo sé, pero lo imagino —sonrió teniendo en sus manos la mano de Seok Jin, haciéndole masajes mientras el agua le caía poco a poco. Estaban lado a lado, pero el brazo de Jin parecía estar acorralado por el cuerpo de Nam Joon.

Después de que el ardor empezó a disminuir, el joven trató de recuperar su brazo, pero su protector no lo dejó.

—Ya estoy bien —susurró. Su semblante sombrío y triste alejó un poco a Nam. Se soltaron por completo, ambos se recargaron mirando hacia la puerta con las manos sobre lo que estaba detrás de ellos —. Gracias.

—No es necesario que me agradezca —contestó serio con unos matices de enojo.

—Kim Nam Joon, ¿podemos hablar? —solicitó con calma. Nam sintió que el corazón se le salía del pecho, sus pupilas temblaron, miró a Jin tan calmado y amable que no pudo hablar, solo asintió —. Sé que no iniciamos con el pie derecho, pero quiero enmendarme y pedirte una disculpa. No quiero justificarme, pero no has llegado en el mejor momento de mi vida. —Sostuvo la mirada a Nam Joon, pese a estar hablando de una manera amable, su semblante aún inspiraba temor. — Estoy adquiriendo una nueva perspectiva de mi vida y lo que quiero que haya en ella. —Nam Joon pasó saliva, ansiaba el final de lo que quería expresar. — Estoy a punto de iniciar una relación, los eventos en la disquera van en aumento y no puedo seguir tratando a la gente de la manera que lo he estado haciendo. No quiero ser una persona aborrecible, espero pueda enmendarme, pero también quisiera pedirte paciencia porque no es algo que pueda cambiar de la noche a la mañana.

Esperó una respuesta, pero el semblante de su oyente había cambiado totalmente. La molestia desbordaba por todo su rostro, acompañados de algunos pucheros infantiles como: fruncir los labios y una leve inflación en los cachetes. Caminó hasta la silla donde se encontraba antes del accidente de Seok Jin.

La musa secreta [NamJin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora