Dilemas

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El tráfico por la carretera acostumbraba mantenerse a un ritmo cómodo, la gente no andaba con prisa a menos que hubiesen salido con el tiempo corto.

Tae Hyung consideró que quedarse solo en el hotel, no era algo que le gustara hacer, así que optó por ir a su departamento a descansar, sin embargo se le hizo tarde y tuvo que mentirle a sus amigos diciéndoles que estaba saliendo de su casa, pero en realidad apenas se había despertado.

Tomó sus llaves de la barra de desayuno y sin hacer otra cosa que lavarse los dientes, cerró la puerta, dirigiéndose finalmente hasta su carro. Condujo sin pausas innecesarias, sólo los altos correspondientes, por fortuna de él, a esa hora parecía ser el único loco que tenía que ir a algún lugar. Las calles estaban solas.

Llegó a un tiempo aceptable, la sesión terminó diez minutos antes de su entrada al edificio y encontró a un Kook distraído en un libro.

—¡Ya llegué mocoso! —exclamó, levantando la mochila del suelo y quitándoselo sin previo aviso.

—Se te hizo tarde, ¿verdad? —susurró con un tono de chantaje que Tae ignoró. No estaba dispuesto a complacer en lo que sea que quisiera pedir el menor.

Una voz aguda impidió la salida de ambos, giraron al mismo tiempo, encontrándose con la nueva psicóloga que llevaba una bufanda cubriendo la mitad de su rostro. Siempre era así, la excusa innecesaria que le dio a Jung Kook fue el frío que le secaba los labios.

—¿Podría pasar a mi consultorio? Traiga al niño también.

—No soy su padre...

—Gracias a Dios. —El mayor le dio un golpe leve con el codo, sonriendo forzado por la falta de respeto frente a la especialista que se perdió de la vista de los dos.

Caminaron hasta ingresar al lugar indicado.

—¡Que olor tan desagradable! —reclamó sin filtro, V tapó su nariz con el antebrazo—. ¿Cómo soportan esto?

—¡No seas grosero Tae! —solicitó firmemente Kook, pero mentalmente aceptó que conforme los días pasaron, el olor fue cada vez más penetrante y difícil de ignorar.

—Tomen asiento —sonrió, pero no comentó nada sobre lo dicho. Se situó detrás de ellos, alejándolos de la puerta y se recargó en ésta, poniendo todo su peso.

Con duda, obedecieron. Un mal presentimiento se instaló en Kim Tae Hyung que acercó más a su cuerpo a Kooki por un instinto protector.

—¿Pasa algo? —preguntó en un susurro, no era normal que Tae buscara cercanía.

—No. Tranquilo —pausó y buscó entre las cosas de la mochila el libro que tenía tan distraído al chico cuando lo miró en la recepción, se lo entregó—. Sigue tu lectura.

Sintió la mirada penetrante de la mujer en cada uno de sus movimientos. En ese momento en que su mente se encargó de llenarlo de escenarios y situaciones, pudo pensar en todo desde su llegada: no había nadie en recepción y los olores detonaban las ideas más siniestras.

Su corazón quizá era audible en ese preciso instante, pero se obligó a mantener la calma.

—Tae, ¿cierto? —el menor se tensó, la verdad era que el chico hablaba mucho de él en las sesiones, así que temió que le dijera algo. El mayor asintió.

—Tae Hyung, por favor.

—¿Hice algo malo? —preguntó Jung Kook a la especialista.

V no dejó que contestara. Apretó la mano del pequeño:

—No, sólo sigue leyendo, por mí. ¿Sí? —Lo tomó de la barbilla, obligándolo a nada más verlo a él. — No hagas preguntas, ponte los audífonos y sigue leyendo.

La musa secreta [NamJin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora