An Mi Suk

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La oficina a puerta cerrada les brindó privacidad, sin embargo Nam Joon adquirió una mente conspiranoica, después de su encuentro con An Mi Suk. Cualquier lugar de trabajo en la disquera Kim y la de Wong, era un lugar inseguro. Micrófonos, cámaras, todo era factible en la mente de Kim Nam Joon.

Estaban casi todos a excepción de Haneul y Jung Kook. Los grupos se dividieron antes de iniciar con la reunión, había temas que algunos querían conversar entre sí.

Kim Seok Jin, Wong y Hoseok conformaban uno, Jimin y Suga, otro. Nam se mantuvo solo, al menos hasta que llegó Tae a lado de él.

—¿No crees que deberías decirles lo loca que está?

Nam se mantuvo tranquilo, no quería levantar sospechas, no quería alterar a sus amigos estando tan cerca del evento más importante de la disquera.

—Todos saben que es una loca. —Alzó los hombros. — No tengo nada que agregar.

V lo miró con desdén, entrecerró los ojos tratando de que entendiera que no era un tonto al que pudiese engañar.

—A veces siento que subestimas mi entendimiento —pausó—. El día que fuiste a hablar con Seok Jin, quizá no te diste cuenta...

—¿Qué estabas como mosca pegado a la ventana?, claro que me di cuenta. —Recordó mentalmente aquel momento y mostró un ceño fruncido. — Lo que no entiendo, es por qué te escondiste de repente. De todos modos ya te había...

—No fue por ti. —Lo jaló más hacia él. — ¿Por qué la loca homicida te está siguiendo?, ¿Qué hablaste con Seok Jin?

Nam se zafó del agarre y acomodó la manga que terminó toda arrugada.

—Lo que hablé con Jin, no te incumbe y respecto a lo primero. No lo sé, está loca.

—Kim Nam Joon, te lo preguntaré directamente, porque parece que ser cauteloso y esperar que me cuentes las cosas tú sólo, no me está funcionando. —Acarició su sien. — ¿An Mi Suk te ha vuelto a chantajear?

Nam Joon realmente quizo tener valor y contar todo, no dejarse manipular por una homicida, no tener que sentir miedo por provocarla, pero tristemente era consciente de ser un humano, uno que se enamoró, uno que tiene personas importantes en su vida. No, no podía poner su orgullo, su dignidad y ego por encima de ellos, no podía matar a las personas que le importaban.

Y para él, provocar a la chica, significaba eso: una sentencia de muerte.

—¿Por qué estás tan obsesionado con ella?, quizás hasta la confundiste, Tae —susurró con desgano y fastidio.

—¡No!, no me vas a hacer quedar como un idiota —bajó el tono de voz, cuando se dio cuenta de algunas miradas esporádicas—. Quizá creas que estás manteniendo a salvo a las personas que amas, pero mientras siga esa chica allá a fuera, todos corremos peligro. Necesitas ayudar a la policía, está bien, respeto que no nos quieras decir a nosotros, pero cualquier movimiento de ella, ayudaría a encontrarla. Piénsalo Nam.

El joven observó a su amigo sentarse solo, frente a la ventana, mirando la gran ciudad que se había vuelto tan complicada.

«¿Y si él tiene razón?».

Agachó la mirada sintiendo la ansiedad entrar por distintas direcciones, sin rumbo fijo. Hasta que su mirada se concentró en Seok Jin e inesperadamente su cuerpo se llenó de calma, así que solo lo observó, disimuladamente: según él.

—Han pasado tres días exactamente, Wong, desde lo de los An y no hemos sabido nada de Haneul. ¿Cómo está? —preguntó Jin con un deje de esperanza.

La musa secreta [NamJin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora