El despertador había sonado tres veces, sin lograr despertar a Seok Jin, que quedó dormido a las tres de la mañana y faltaban quince minutos para las seis treinta. Su madre ingresó a su habitación, lo miró dormir por unos segundos, pero se apresuró a levantarlo para que tuviese tiempo de alistarse y desayunar.
—Ya voy —contestó ante la insistencia de ella. Se levantó una vez estuvo solo.
Sentado en la orilla de su cama, miró su celular, y las llamadas perdidas por parte de la secretaria de su padre lo pusieron en la realidad. Escuchó el mensaje de voz que había dejado: "Ya arreglaron la puerta de la entrada, aunque me han informado que hubo un pequeño incidente con la de la oficina, que lo involucra a usted y Park Jimin".
Su mente rebobinó todo lo ocurrido el día anterior, por un breve lapso sintió curiosidad por Nam Joon. «Vaya Dios de la destrucción».
Empezó a alistarse, no tenía mucha prisa, su primera reunión era hasta las nueve, así que se lo tomó con calma. Sentía mucha libertad, en cada una de sus acciones, hasta un grado de satisfacción por administrar una disquera.
Hablar como un verdadero jefe, siempre le había parecido algo ajeno a él, pero ese día sentía unas inmensas ganas de salir y comerse al mundo, de tomar decisiones importantes. Ser él. El verdadero Kim Seok Jin.
Aunque tenía que revisar las instrucciones que su padre le dejó, eso logró desmoralizarlo un poco. Al final seguía siendo un títere, desde lejos aún debía comportarse de la manera que le indicara.
Fue a su armario, y de un traje todo formal que miró, prefirió irse muy casual, en fin, nadie se atrevería a mencionar algo sobre la vestimenta de aquel que tuviese el poder de sus carreras en las manos. «Nadie tiene que saber que las decisiones de sus carreras ya están tomadas, para ellos yo soy a quien deben impresionar».
Se miró por última vez en el espejo: unos pantalones cortos a la altura de la rodilla, color negro y una camisa manga larga, blanca, fajada, un chaleco de mezclilla del mismo color del short, y unos tenis tipo bota, eran parte de su vestimenta de ese día. El cabello peinado hacia atrás con el copete un poco hacia los lados. Estaba maravillado con él mismo, y por primera vez sintió que el remordimiento por admirar su belleza se había ido, a donde sea que hubiesen mandado a su padre.
—Que guapo te ves, Jin —dijo su madre al verlo salir de su habitación.
—¿No crees que esto es muy femenino? —preguntó titubeante, esperando con impaciencia.
—Yo no sé de esas cosas mi niño, yo solo sé de amor. Te ves feliz, solo eres una persona feliz, y eso está bien. No importa lo que uses.
No muy tranquilo con la respuesta, desistió y se sentó para desayunar. Era cierto, estaba feliz, pero los traumas generados por los golpes de años, habían provocado incomodidad por cualquier signo de femineidad en él.
—¿Quieres acompañarme a la oficina hoy?, podrías echar el chisme con el personal de la disquera.
—Tiene mucho tiempo que no voy. Creo que sí, me gustaría ir contigo, pero tengo algunas cosas que hacer en casa. ¿Crees que podrías mandarme un taxi como a la una de la tarde?
—Lo que ordene madre mía.
Terminó por tomar su té, y salió a subirse al taxi que había pedido para irse a la disquera. A mitad del camino su celular vibró.
—¿Hola?
—¿Jin? —preguntó una voz misteriosa.
—¿Sí? —No acostumbraba contestar números extraños, pero creía que podría ser algo importante respecto a la disquera.
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La musa secreta [NamJin]
FanficKim Seok Jin, hijo de un militar homófobico del cual sólo recibió golpizas por sus rasgos finos, su amor por el rosa y ademanes femeninos, tiene que hacerse cargo de una disquera que su familia maneja, mientras su padre vuelve al campo de batalla p...