La musa secreta [NamJin]

¿Qué somos?

Eran las doce de la madrugada, caminaban por simple inercia, pero su conciencia estaba a punto de desaparecer. Se alegraron al ver que ya estaban en el hotel.

—¡Casi te quedas dormido mientras manejabas! —reclamó Jimin a Tae.

—¿Cuáles manoseadas?

—¡Manejabas! —Tocó su frente por resignación. — Anda, ve a dormir. —Hizo caso al igual que Wong, Haneul y Suga que eran los que estaban a nada de caer al suelo.

Un ruido entre los arbustos los alertó, Jin dio unos pasos al frente con una postura de defensa.

—¡Soy yo! —escuchó una voz conocida, pero pudo asociarla hasta mirar al oficial directamente.

Nam se acercó al cuerpo de Seok Jin por un instinto protector y Jimin se mantuvo en el mismo lugar, tratando de analizar al hombre.

—¿Ocurrió algún problema? —preguntó Kim Nam Joon, manteniendo un porte calmado.

—¡Oh!, no, sé qué ver a una autoridad de noche, puede traer malos augurios, pero todo está tranquilo. —Posó directamente sus ojos en Jin, causando un escalofrío que recorría el cuerpo de los tres jóvenes. — ¿Podemos charlar un rato?

Antes de que Jimin o Nam pudiesen excusarlo, Seok Jin asintió sin mirar la desaprobación por parte de sus amigos.

—Sería muy grosero de mi parte, no aceptar, siendo que ha venido hasta aquí solo por eso.

—Gracias.

—Vayan a descansar chicos, nos vemos mañana temprano. —No los miró, caminó hasta llegar a un pequeño banco de aquel jardín todo marchito.

Park Jimin jaló a Nam del brazo hasta que logró que su cuerpo reaccionara y le ayudara a desplazarse. No muy convencidos ingresaron al pequeño recibidor, pero no fueron hasta sus habitaciones, se quedaron ahí, asegurándose que todo estuviese bien.

—Son muy protectores, ¿verdad? —rió con el pulgar apuntando hacia atrás y tomó asiento a lado del chico.

—Después de lo qué pasó, ¿le sorprende? —Negó con calma, sin pronunciar alguna palabra. — Pero dígame, ¿cuál es el motivo de esta conversación?

—Aunque el suceso ya tiene una semana, considero, debes saber que el preso que los atacó: murió.

—¿Por mi culpa? —Agachó la mirada, su cuerpo se tensó al sentir un peso sobre su nuca, unas cuantas palmadas lo sacaron del transe.

—No, en realidad fue una riña, pero eso no es importante. Solo quería que lo supieras, porque así evitas pensar en un futuro: ¿Qué habrá pasado con él?, ¿habrá salido de la cárcel? —Terminó por retirar la mano que tenía sobre la espalda de Jin.

—Gracias por venir a decírmelo. —Permanecieron en silencio, el joven ya había alzado la vista, la posicionó en un árbol sin pensar en algo especial o específico.

—En realidad me equivoqué —sonrió, capturando la atención del chico a su lado—, eres muy diferente a tu padre, eres amable, protector, inteligente, bondadoso... eres una buena persona Jin.

—¿Cómo sabe eso sí ni siquiera me conoce? —Abrió los ojos con sorpresa.

—¿Tú crees que alguien salvaría la vida de tu padre?, ni si quiera yo que le debo la vida. Sí, tiene muchas influencias y conexiones, pero la mayoría se mueven por miedo o como en mi caso, gratitud —pausó para tomar una bocanada de aire—. Puedo ayudarlo a hacer justicia de maneras no muy correctas, pero jamás le ayudaría a lastimar a un inocente. Tu padre jamás tuvo amigos así —señaló al mismo tiempo que volteaban hacia la ventana, donde un Nam y un Jimin, se escondían como si no hubiesen sido vistos.