Kim Seok Jin se levantó, mojó su rostro y lo miró por unos largos minutos, su cabello oscuro goteaba el sudor que le había provocado aquella pesadilla, por décima vez.
«¿Cuándo podré descansar sin recordarlo dañándome?», pensó con algo de culpa. Era su padre y tenía el deber de amarlo, sin importar lo que este hiciera. Al menos eso le habían enseñado.
Eran las dos de la madrugada, fue a su cama y se metió entre sus sábanas color azul, recargó su cabeza en su almohada y tomó una gran bocanada de aire que provocó un ligero dolor en el pecho, cerró los ojos, tratando de conciliar el sueño sin lograrlo.
A las siete de la mañana su madre tocó a su puerta, para después girar la perilla e ingresar a la habitación.
—¡Jin!, ¿a qué hora te levantaste? —preguntó asombrada al ver a su hijo ya arreglado, secando su cabello con una toalla.
—Muy temprano —susurró.
Acomodó su corbata y pasó por a lado de su madre. Llegaron ambos a la cocina donde ya estaba la comida hecha. Tomaron su lugar en la mesa y empezaron a comer sin pronunciar alguna palabra. Su padre lo miró de reojo varias veces y Jin lograba percibirlo, sin embargo prefirió ignorarlo.
—Seok Jin —dijo con un tono de repudio, esperando su mirada—. Es la primera vez que te dejaré a cargo, así que para hacerte las cosas más sencillas le dejé indicaciones a la secretaria. Espero que al volver aún tenga algo que administrar.
—No creo que haya tanta dificultad: decirle que no a las personas.
Mantuvo la mirada en su plato, y la adrenalina por un mal comentario lo invadió, transformándose en recuerdos oscuros, creándole un miedo.
Sostuvo su temple, no demostró lo que había en él, pero su corazón dolía por las palpitaciones tan continúas.
—Desagradable Kim Seok Jin, como dueños de un negocio uno debe saber qué puede darnos de comer y qué no. No somos un acto de caridad.
—Sí, Padre.
Comieron en silencio, la madre levantó los platos de la mesa, dejándolos a los dos en un ambiente hostil.
—Hay un Pseudo rapero, un tal Nam Joon. Tuvo un pequeño momento de fama, pero después empezó a hacer música que venía de su "alma". Esas cosas no venden. Tiene que entregarte una canción, solo malgasta un poco tu tiempo y adiós. En fin, su carrera está en declive.
—¿Entonces quieres que le diga que no sin dejar que lo intente? —comentó indiferente, limpiando su rostro con una servilleta.
—No, Kim Seok Jin, no conoces nada de negocios. Deja que lo intente y después le dices que no. Solo ten en tu mente que es un rotundo no, pero con la seguridad de que nadie vendrá a culparte por rechazarlo. —Se levantó para ponerse la chaqueta del uniforme militar.
—¿Y si la canción es buena?
—No lo será, nadie le ha dicho cuál es el problema de sus canciones, y cuando andas a ciegas solo puedes caer. —Jin dudó de la veracidad de la frase de su padre, pero se le quedó en lo profundo de su mente, tratando de hallar una réplica que él sabía: existía. Se levantó de igual manera, acomodó su cabello hacia atrás. —Por cierto Kim Seok, eres mi único hijo y no sé si sea bueno o malo, a veces me alegra que solo sea una boca que alimentar, pero recuerdo que no eres el hijo que esperaba, mucho menos quería, así que no tengo mucha fe en ti. Tengo el consuelo de que si llevas el negocio familiar a la ruina, yo moriré en combate, sin sentir la decepción —pausó—, bueno aún más de la que siento. Tampoco puedo pedirte que cuides de tu madre, porque ella es la que siempre ha cuidado de ti —suspiró—. Solo te pediré que sigas las instrucciones que te dejé y quizá así todo salga como lo planeé.
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La musa secreta [NamJin]
FanfictionKim Seok Jin, hijo de un militar homófobico del cual sólo recibió golpizas por sus rasgos finos, su amor por el rosa y ademanes femeninos, tiene que hacerse cargo de una disquera que su familia maneja, mientras su padre vuelve al campo de batalla p...