El día estaba agradable en cuestión de clima, pero en trabajo era una bomba de tiempo. Kim Seok Jin había descuidado muchos pendientes por el evento del día anterior, sobretodo por llevar a Tae a su primera lección para ser un buen líder.
Lo que más le apuraba era terminar las modificaciones a los contratos y el proyecto que le presentaría a su competencia. Wong podía ser amable, pero en los negocios era muy ofensivo.
Tristemente no había podido iniciar con ello, porque tenía muchos pendientes más que lo traían loco, sin embargo lograba mantenerse sin ningún signo de perturbación, pareciendo un líder bajo control, transmitiéndole a sus empleados que nada saldría mal. Esperaba que con solo pensarlo, bastara y mágicamente parecía ser así, porque todo terminaba saliendo bien.
—Adelante —gritó al escuchar dos toques leves en la puerta.
—Buen día Kim Seok Jin. He ido a entregar el traje. —Recibió un gesto de aceptación nada más y notó la distracción en el semblante. — ¿Qué aprenderemos hoy?
—Nada Tae. Las lecciones serán cada semana, no puedo estar fuera de la disquera todos los días, hay demasiadas cosas que hacer —resopló y con el rabillo del ojo observó el semblante pensativo de su discípulo—. Y antes de que se te ocurra, no, no me puedes ayudar.
V tomó asiento tranquilamente, sus expresiones risueñas y seductoras estaban muy presentes, era como el semblante indiferente e intimidante de Seok Jin, siempre lo emanaban.
Observó sin cuidado al joven trabajador que lo ignoraba, trataba de analizar cómo dejarle claro que le interesaba estar con él. Su mirada se profundizó aún más, provocando incomodidad en el ambiente, pero Jin se abstuvo de reclamar, no quería darle a otra persona, el mismo trato que a Nam Joon, aún así fuesen las razones por las que peleaban.
—Kim Seok Jin —susurró con una sonrisa en su rostro, los ojos le brillaban e incluso las mejillas tenían un leve color rosado—, ¿cree que pueda trabajar aquí con usted?
La mente de Jin pareció rebobinar, inconscientemente giró a la esquina y un recuerdo demasiado vivido de un Kim Nam Joon tratando de concentrarse lo hizo sonreír, para después quedar con un semblante roído por la tristeza.
Negó impasiblemente, tratando de alejar todas las emociones malas de su personalidad renovada. Desde que escuchó la música del rapero, sintió calidez en su ser, como si alguien acariciara su corazón, le cociera las heridas y desinfectara las cicatrices, mientras le susurraba a cada latido que todo estaba bien. Había tratado de cambiar, ser mejor, dejar a un lado las enseñanzas de vida derivadas de los traumas de su infancia, provocados por la tortura de su padre.
Una vez que terminó con Nam, estuvo tentado a dejarse consumir por el rencor, la desilusión y las heridas que le ocasionaron por pisar los trozos de su corazón roto. Porque él sabía que no tenía un corazón intacto cuando conoció al chico, él estaba pulverizado, hecho polvo y moviéndose conforme al viento lo indicara, un viento llamado miedo. Sí, estuvo tentado a ceder a sus impulsos negativos, pero la luz que Nam Joon encendió en su interior, se le olvidó apagarla cuando se fue y Seok Jin la cuidaba porque era lo más bonito que tenía dentro, esa luz mantenía cálido a Jin, sin tanto miedo, con esperanza.
Tae había esperado impaciente, pero no quiso apresurarlo, su rostro vacío le indicaba que estaba tan perdido en sus recuerdos qué temió cayera en un ataque. Estaba alistándose para calmarlo.
No fue necesario, Seok Jin volvió en si.
—Tienes obligaciones por cumplir, tu zona de trabajo es en un estudio de grabación, no aquí —sonrió instintivamente sin propósito.
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La musa secreta [NamJin]
Fiksi PenggemarKim Seok Jin, hijo de un militar homófobico del cual sólo recibió golpizas por sus rasgos finos, su amor por el rosa y ademanes femeninos, tiene que hacerse cargo de una disquera que su familia maneja, mientras su padre vuelve al campo de batalla p...