19. Inmortalizar

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Ruggero

La veo mirar a la ventana.

Está despistada sin prestar atención a la profesora de cálculo.
Yo tampoco lo estoy haciendo, solo son ejercicios y confío en la suerte en que no me llame a mí.

—Señorita Karol.

La señorita Rizzo se planta frente al escritorio de Karol y ella la mira sin entender.

—Vaya y resuelva el ejercicio puesto en la pizarra, por favor.

Karol mira a sus amigas, como pidiendo ayuda. Ni yo podría hacer algo porque no sé ni el tema de la clase.

Se queda observando unos segundos la pizarra antes de empezar a escribir.

Pasados unos minutos se gira y le devuelve el marcador a la profesora.

—Bien resuelto señorita Sevilla.

Ella sonríe y yo sigo viéndola. Se gira para regresar a su asiento y me dedica una sonrisa.

Bendito sea el día de hoy.

Han pasado algunos días, una semana para ser exactos, desde que compartimos el momento de las velas.

Logramos subir sin que nadie nos escuchara.

Mamá ya me había quitado el castigo, por lo que ya pude comunicarme con mis amigos. Aunque era lo mismo, ellos tampoco se acordaban de cómo habíamos llegado a la cárcel.

Lía y Alexander dijeron que la policía nos había encontrado pero no dieron detalles. Evitaban la pregunta.

La clase de cálculo pasa rápido y trato de prestarle mucha atención. Las otras dos horas son un poco más importantes porque en dos semanas empiezan evaluaciones y la profesora Hannah ya nos ha empezado a dar temarios.

Toca el timbre para ir a la cafetería y veo que todos salen apurados, todos menos Karol que se queda con la señorita Thompson preguntándole algo.

Cuando salgo del salón alguien me jala y lo siguiente que veo es a todos mis amigos.

—Seremos rápidos.— empieza Valentina.—Hoy es el cumpleaños de Karol y eres el encargado de llevártela a cualquier lugar y traerla a las seis de la tarde a su casa.

Alexander y Lina vigilan que nadie se acerque, pues estamos en la curva del pasillo.

—¿Hoy es su cumpleaños? ¿Por qué yo no lo sabía?

—Porque conociéndote ibas a aprovechar la oportunidad para felicitarla y obtener algo más.

Por supuesto, un beso de regalo. El obsequio perfecto.

—Escúchame Ruggero.— Lía me señala.—No vas a felicitarla, solo te limitaras hacer lo que te pedimos.

—Pero...

—Pero nada, no te damos más detalles porque de seguro se te escapa.

Llevo la mano a mi pecho, levemente ofendido.

—Óyeme, nunca he arruinado una sorpresa.

—¿Nunca? Ya se te olvido cuando le gritaste a Agus que su fiesta era a las cuatro, o cuando no aguantaste la presión y le diste todos los detalles a Julio de su sorpresa y hasta le ayudaste a practicar la cara de sorprendido.

—En mi defensa, ellos preguntaron mucho.

—Vas a llevar a Karol y no mencionaras su cumpleaños, ahora disimula que ahí viene.

La mexicana viene revisando sus apuntes y sonriendo con lápiz en mano.

—Por fin entendí.

Sus amigas le sonríen y se la llevan, adelantándonos.

Little WishesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora