32. Primos

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Ruggero

Mi despertador suena a las seis de la mañana. Busco ropa adecuada para salir a correr y sin hacer ningún tipo de ruido salgo de casa.

La mañana es fresca, el último día de noviembre. La llovizna me alcanza en el trayecto y subo más la cremallera de mi sudadera. Recorro las calles que hace tiempo no visitaba. Pasando por las cafeterías que apenas van abriendo. Por el parque que no tiene a nadie sentado por el frío. Viendo a personas que van a su trabajo.

Hoy me toca presentarme con el entrenador de aquí y todo el cuerpo técnico. Henry ya me dio la dirección y una pequeña introducción de todo lo que pasará.

Acelero el paso para terminar mi última vuelta.

—¿Te vas a casar?

—Lo haré.

El recuerdo volviendo a pasarme factura.

No me quedé mucho tiempo después de preguntarle. Decidí salir de ahí y despejarme un rato. Enojado porque la noticia me afectara más de lo que debería, más de lo que me gustaría.

Y ahora mismo maldigo vivir en la misma calle.

Van caminando, tomados de la mano. Ella con cara de que quiere volver a dormir. Como si no la conociera. Karol odia madrugar. Se suben a un auto rojo y este parte enseguida.

Troto un poco más hasta llegar a mi casa. Mis padres ya están levantados y el café se huele a la distancia.

Les ayudo cuando bajo de ducharme y soy el encargado de despertar a mi hermano.

—Hoy iré a conocer a mi nuevo equipo.

—Estoy tan feliz de que estés de vuelta en casa.— mamá aprieta mi mano sobre la mesa. Sonriendo de una manera tan tierna.

—Yo también.

Omitiendo ciertos detalles, o precisamente, ciertas presencias.

Cepillo mis dientes y estoy listo para salir. Viendo la situación, creo que necesitaré un auto. Así que como todo un adulto responsable, es hora de sacar mis ahorros.

El club deportivo no queda tan lejos, pues el taxi no se demora mucho. En la entrada hay seguridad que me deja pasar en cuanto enseño el permiso firmado que me dio Henry.

El lugar es muy grande, hay algunas personas corriendo. Otras simplemente sentadas en el césped y escuchando alguna indicación.

—Ruggero Pasquarelli.

El llamado del hombre a mi lado me hace sobresaltar.

—Buenos días...

—Soy Alonzo D'angelo, tu nuevo entrenador.

Estira su mano y me apresuro a tomarla.

—Mucho gusto.

—Ven conmigo, debes conocer a los demás e integrarte.

Lo sigo sin emitir ninguna palabra.

Se ve que no es muy mayor pero tampoco demasiado joven, talvez cerca de los treinta para la profesión que lleva.

Observo como unos chicos están corriendo en un círculo, sin tocar los conos del suelo, otros simplemente haciendo flexiones de pecho.

—Muchachos.— la voz autoritaria del entrenador hace que todos se detengan.—Llegó el chico inglés.— quiero corregirlo pero me detiene.—Sé que eres italiano. Pero vienes de Inglaterra y es para que te reconozcan por el momento.

Saludo y ellos a mi también, es mejor mantener una buena relación si vamos a ser compañeros de equipo. Cada uno de ellos se presenta y me caen bien para ser una primera impresión.

Little WishesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora