Extra: Deseo cumplido

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Nota: Amber tenía seis años cuando Karol se enteró que estaba embarazada, así que ahora el bebé ya tiene cuatro meses y Amber tiene siete años.

Karol

Sus mejillas son tan gorditas que cuando sonríe y se forma un hoyuelo en su mejilla una parte de mi corazón salta sin poder detenerse. Al igual que la otra parte se enternece cuando veo a una pequeña dar vueltas frente al espejo. Desde que vio Barbie y el lago de los cisnes no ha dejado de hacer eso, temo que en algún momento se enrede y se lastime al caer. Pero sus quejidos de frustración me hacen dar cuenta que nunca la convenceré de que lo deje de hacer.

—Mami.

Muevo mi cabeza para que sepa que tiene mi atención ya que estoy ocupada poniéndole un par de medias a su hermano.

—Quiero un vestido como Barbie.

Estaba tardando mucho en pedirlo y no dudo que Ruggero será el primero en tomar su mano y llevarla a comprarlo. Mi marido adora hacer compras con mi hija. Soy yo quien los tiene que sacar de la tienda.

Y aunque la idea me llena el corazón una parte de mi sabe que él tuvo que hacerse cargo de eso dos largos años.

Disipo los pensamientos de mi cabeza cuando escuchamos el sonido de la puerta. Tomo a mi niño entre mis brazos y sigo a Amber que ya se ha adelantado a recibir a su padre.

—Así que nuestra hija ahora quiere aprender ballet.

Me sonríe de manera cómplice. Conocemos a Amber, hace una semana quería lienzos para pintar y solo los usó dos días.

—Apuesto que serán tres días.

—Le tenemos mucha fe a nuestra hija.

Me encojo de hombros cuando un ruido hace que me separe de ellos y regrese por Jake. Este pequeño de cuatro meses pide toda mi atención.

Siento su presencia a mi lado cuando tomo a nuestro hijo entre mis brazos y lo meso para que vuelva a quedarse dormido.

—Es demasiado hermoso.

Asiento a su comentario. Y es que Ruggero y yo estamos disfrutando esta etapa más que nunca ya que la que pudimos compartir con Amber nos la arrebataron. Apenas pudimos estar en los primeros cinco meses de su vida y luego ocurrió todo ese infierno. No nos pueden culpar por ello, fuimos las víctimas de personas desalmadas.

—¿En serio la vas a llevar por ese vestido?

—Sabes que no le puedo negar nada.

Es como haberla llamado con el pensamiento porque Amber llega hasta nosotros y alza sus brazos para que su padre la cargue.

—Estoy lista, papi.

Mi ceño se frunce ante lo que dice. Es claro que no lo está. Apenas ha sujetado su cabello en una coleta mal hecha y tiene binchas de distintos colores, lo cual no es común en ella, pero por la emoción de ir por su vestido veo que no le importa mucho.

—Pues tienes que darme tiempo, princesa, yo estoy muy sucio.

Mi esposo había salido temprano de su entrenamiento y eso que apenas había regresado luego de tomarse un tiempo por el nacimiento de nuestro segundo hijo.

Nos da risa ver como cruza los brazos, pero se distrae rápidamente cuando Tory, su gata blanca, pasa a un lado de ella rozándole el rabo peludo en la pierna.

—Date prisa, me encargaré de ella.

Ruggero toma mi rostro entre sus manos y se acerca a mí, pero sin lastimar al pequeño que está por quedarse dormido en mi pecho.

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