Extra: El dolor más grande de mi vida

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Nota: En la línea de tiempo de esta historia, este extra es de cuando Ruggero había perdido a Karol (cuando "murió"  pues jejeje)

***

Ruggero

Un mes, hoy se cumple un mes desde que perdí un pedazo de mi alma y corazón, parte de mi vida.

No sé si el clima no ayuda o si es mi ánimo que todo lo ve mal pero a partir de la muerte de mi esposa todo es gris para mí, por no decir que estoy en una horrorosa oscuridad.

—¡Ruggero!

El grito de mamá me asusta por un momento pensando lo peor pero es solo ella agitando su trapo de cocina para llamar mi atención.

—Deja de hacer eso, por favor.

—Hijo, estás como ido y no has probado tu comida.

Ayer me acosté muy tarde terminando un trabajo que me encargó papá y lo intenté, juro que lo intenté pero creo que eso fue una pérdida de tiempo y uno de sus empleados tendrá que arreglar el desastre que hice con los archivos.

—No tengo hambre, mamá.

—Has pasado un mes así, Ruggero y ni siquiera quiero nombrar lo de Amber.

Su nombre agita mi corazón pero sé lo que conlleva verla.

—¿Está dormida?— asiente con una mala cara, sabe lo que eso significa.—Iré a verla.

—¿Cuánto más durará esto?

—Mamá...— no quiero un sermón en este momento.

—Solo la ves cuando duerme, es una bebé.— mi pequeña de seis, casi siete meses.—Estás acostumbrándola a no ver tu rostro, no quiero que en un futuro solo vea tus fotos.

—Eso sucederá, solo verá las fotos de su mamá.

Las lágrimas vuelven a asomar en mis ojos y el nudo en la garganta aparece de vuelta.

—Mi amor, no quería decir eso...

—Iré a verla.

Me levanto del comedor para ir a la habitación de Amber. Tiene la suya propia desde que vinimos a la casa de mis padres.

El olor que hay en este espacio es deliciosamente adorable. Hay mucho silencio y solo una suave melodía se puede escuchar.

Me acerco con sigilo hasta la cuna rosada y allí está ella. Tan hermosa como siempre.

Viste un mono amarillo con rayas blancas, su cabello castaño se ve por las orillas del gorrito que usa.

Su pecho sube y baja de manera muy lenta. Se pueden apreciar sus pestañas porque sus ojitos están cerrados.

Y sí, esa es la situación. Siempre la veo cuando está dormida porque no puedo con sus ojos. Porque son idénticos a los de ella y no puedo con tanto.

—Soy un maldito cobarde que ni siquiera puede estar contigo.

Estoy hundiéndome y ni siquiera sé si podré salir de esto.

Tomo a la niña entre mis brazos sacándola de la cuna, apenas y se remueve. La pego a mi pecho y la meso para evitar despertarla. Aun es pequeña y sé que necesita más que nunca de mis cuidados y cariño debido a la ausencia de su madre, pero lo que Amber no sabe es que el día de ese accidente no solo perdió a Karol.

También me perdió a mí.

—Te prometo que esto pasará, aun no sé cómo ni cuándo pero te prometo volver. Dame tiempo, por favor.

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