40. Nuevo comienzo

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Meses después.

Ruggero

Nunca pensé que ver a alguien cortando fruta sería tan entretenido. Mucho menos cuando la otra persona solo está usando una de mis camisetas, dejando ver sus suaves piernas.

Soy consciente de que me está hablando pero beber de mi jugo de naranja mientras disfruto el espectáculo me distrae mucho. Aunque todo tipo de encanto se ve interrumpido cuando una fresa me cae en la nariz.

Su risa inunda la habitación porque estoy seguro de que mi nariz no era su propósito.

—Karol.

—Ruggero.

Sigue riendo y en dos zancadas ya estoy a su lado tomándola de la cintura. Poco a poco su risa se suaviza hasta que se hace nada.

—Sigues gozando de una excelente puntería.

—Ay.— agarra mi rostro, enternecida, sabiendo que siempre me burlo de eso.—Así nos conocimos.

Se centra en las caricias en mi mejilla y yo aprovecho para cumplir con mi actividad favorita. Besar a Karol Sevilla y saber que ahora estaba a mi lado era la dicha de la que siempre podría disfrutar.

—Alto, guapo.— reposa sus manos sobre mi pecho como medida de alejamiento.—Los dos debemos de irnos.

—No tengo ganas.

Hago un pequeño puchero, ella se pone de puntillas y lo besa, haciendo que se deshaga y se convierta en una sonrisa boba.

—Somos adultos y los adultos tienen responsabilidades.

—Entonces odio ser adulto.

Terminamos de preparar el desayuno y nos apuramos a comer para que cada quien vaya al lugar que le toca.

Como ya me había establecido en Italia decidí dejar la casa de mis padres y vivir en un departamento aparte, aunque igual queda cerca de ellos.

Los chicos aún permanecen en la universidad y siguen de residentes en el mismo lugar. La familia Sevilla había regresado a México, a excepción de Karol que ahora ejerce su profesión junto a Montse, quien tampoco había abandonado el país. Ellas dos viven a unas tres cuadras de aquí pero Karol pasaba más tiempo conmigo que con ella.

Al parecer las cosas estaban yendo de maravilla, como siempre quise que suceda.

Por el tiempo que hoy tenía que emplear en el entrenamiento y el próximo desfile de la casa de modas en donde trabajaba Karol, no nos podíamos dar el lujos de almorzar juntos, y en su caso, ni de cenar conmigo. Lo entendía, ella era feliz haciendo lo que le gusta.

—Entonces nos vemos mañana.

—Sí, mi amor

Me despido de ella con un abrazo al dejarla en la tienda.

Cuando estoy seguro de que entró, conduzco hasta el estadio de entrenamiento. Mi tarde resumiéndose a eso.

***

—Se nota que estás muy feliz.

Asiento ante lo que dice mi mejor amigo del otro lado del dispositivo. Dijo que estaba haciendo sus proyectos finales, ya que en meses se gradúa y como el estrés lo estaba consumiendo decidió despejarse un rato.

—Mucho, amigo.— suelto un suspiro por lo que diré a continuación.—Esa mujer es todo lo que está bien en mi vida.

—Ya pídele matrimonio.

—Apenas regresamos hace unos meses, Agustín.

—Son noviecitos.

El tonto ríe por su chiste amargo.

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