37. Fuente de agua

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Ruggero

Mis amigos son unas almas tan nobles que han pedido una semana de vacaciones, antes de la boda de Karol, y la universidad tiene no sé qué sistema que les ha concedido dicho pedido.

Los días están siendo contados, es más bien una cuenta regresiva que en dos días termina. Es decir, hoy es jueves y el sábado es la boda.

Todas estas semanas Karol me ha evadido. Y no es para menos, hice una tontería de la que no me arrepiento, cabe recalcar.

Ese día salí lo más silencioso posible y al llegar a casa me quedé sentado en sillón del balcón de mi habitación, sin importarme el frío que estaba haciendo.

Ahora mismo cruzo mis dedos y entrelazo mis manos para elevarlas en un movimiento de estiramiento.

El entrenamiento, lo cual había ayudado para que mantenga mi mente en esto y no en la cuenta regresiva, iba a dar sus frutos. Ya que iba a jugar como titular y toda mi familia y amigos habían venido, además que era mi debut como el nuevo miembro del equipo.

En parte agradecía que Fabrizio fuera primo de Alonzo y este sea mi entrenador, pues eso hizo que Karol también viniera. Y cuando digo que no la había visto hace días, llega el punto de que de verdad me alegra verla. Así sea a metros de distancia, porque soy consciente de que cualquier tipo de "relación" que hayamos mantenido hasta el día de su fiesta, se arruinó por lo que pasó esa noche.

—Es hora, chicos.

Nos alistamos para hacer la debida presentación.

Estoy nervioso, siempre que me toque jugar un partido lo estaré. Además, he leído sobre el equipo al cual nos vamos a enfrentar y son buenos. Y pese a que Alonzo nos haya dicho que si perdíamos o empatábamos no pasaba nada, su discurso sobre ganar era más importante y es que cuando son solo dos los que se enfrentan lo que uno más anhela es ganar y no solo participar.

***

Son los últimos cinco minutos y estamos uno a uno.

El sudor recorre mi frente, espalda, todo mi cuerpo. Siento la adrenalina a mil cuando veo a Pedro acercarse para darme un pase, pero siento que se precipitó cuando patea antes de lo esperado y el número ocho la para con su pierna derecha.

Es como escuchar los gritos eufóricos de la gente y que en solo segundos decaigan.

Pero Pedro intenta remediar su error cuando puede tomar la pelota de vuelta, tras minutos de perseguir al dichoso número ocho.

Son solo segundos en los que uno tiene que analizar las cosas y actuar.

Logro dar una patada certera y por pocos milímetros la pelota entra y no choca con el arco.

Siento la avalancha de mis compañeros y no puedo estar más feliz por esto. Son esos momentos que adoro.

Ni siquiera presto atención cuando el silbato suena y el otro equipo comienza a retirarse. Estoy feliz porque es mi primer juego y lo ganamos.

Alonzo nos recibe con felicitaciones. Es un hombre serio pero cuando es de reír lo hace con ganas y porque le nace, y esta es una de esas ocasiones.

—Lo hiciste muy bien, chico inglés.

Eso solo lo dice para los dos cuando se acerca a darme una palmada suave en la espalda.

Salgo del camerino y en la entrada veo a mis amigos y a ella.

Valentina, como siempre, es la primera en felicitarme. Todos lo hacen en realidad. Pero es obvio que Karol guarda la distancia.

—Queremos que vengan a comer con nosotros.

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