27. Caminos

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Karol

—¿Y si esto no funciona?

—Eh...

Está tan entretenido besando mi cuello que se sorprende cuando le doy un manotazo.

—Ponme atención.

—Lo estoy haciendo, solo me desvié un momento.

Se pone a mi altura y apoya su codo en el colchón a la vez que reposa su cabeza en su mano.

—Tengo miedo.

—Yo también, pero confío en que resolveremos cualquier cosa.

—¿Y si no funciona?— repito la pregunta del inicio.

—Haremos que sí pero no me quiero alejar de ti.

Besa mis labios y cualquier duda se disipa.

Fui tan tonta que me asusta.

Me estresa tener esos recuerdos en sueños porque son tan nítidos al despertar que termino llorando como una boba.

Froto mis ojos y salgo de la cama de inmediato. Mis maletas están listas y mi antigua habitación está en un completo desorden. Mamá me va a regañar.

Con maquillaje trato de disimular mis ojeras y los ojos hinchados

—Ya tienes que contarme que pasó.

Mi prima vuelve a insistir a penas me ve. Solo muevo mi mano y bajo al auto de mamá. Siento que cierra la puerta y me quedo mirando por la ventana.

Digamos que todos se sorprendieron cuando les dije que quería irme con ellos. Que no quería seguir en Italia.  Reservaron un boleto de avión para mi y enseguida empaqué lo que más pude. Pasé los peores minutos en el aeropuerto. Despedirme de los padres de él. Tolerar las preguntas de todos. Y no sabía si odiaba el hecho de que no haya ido o lo agradecía porque una parte masoquista de mí aún lo quería ver.

Aquí en México le rogué a toda mi familia que no me preguntaran sobre él, que no comentaran nada con mis demás familiares. Porque la mayoría sabía que yo iba a quedarme estudiando en Italia con él.

Al día siguiente de haber llegado aquí mis amigos empezaron con las preguntas y por lo mismo deduje que él tampoco dijo nada. Pero que iba a decir; él me había traicionado.

Una prueba más era que la noticia de Manchester era verdad. Todo lo escuché en una llamada.

—Está bien. Si tu tampoco quieres decirnos dejaremos el tema por la paz.— Valentina cierra el tema que me hizo poner los ojos rojos.

—Ya cuéntenme si las aceptaron.

—Laura, Lina y yo ya estamos buscando un departamento allá.

Pensé que irías a vivir con Alexander.

—Esa era la idea en caso de que no fuéramos todos pero ahora él vivirá con Julio y Christian.

—Me van a dejar sola.— Valentina hace un puchero adorable.

—Solo estamos a cinco horas.

Laura la abraza por los hombros y quiero llorar. Ellas están solo a horas de distancia y yo en otro continente.

—Tienes a Agustín.— decido intervenir.

—Por suerte.— su celular suena y ella se disculpa porque se trata del susodicho.

—¿Vas a estudiar con Montse?

Asiento.

Ella va a volver hablar pero la voz de Valentina interrumpe.

—¿Mañana? No nos había dicho nada, es un inconsciente.— su voz se quiebra y parece que va a llorar.—Ya voy para allá.

Cuelga y se acerca a las demás.

—Karol te tenemos que dejar.— juega con su celular.—El estúpido de Ruggero se va a Manchester y recién se le anto...Mierda.

No sé porque maldice pero cuando un sollozo involuntario sale de mi lo comprendo. He llorado inconscientemente.

—Perdona yo...

—No te preocupes. Yo las llamaré en otro momento.

Cierro la laptop y voy a mi cama.

Era verdad y solo le faltaron unos cuantos días para irse.

El recuerdo hace que vuelva a querer  llorar pero no me lo puedo permitir. No quiero llegar a la Universidad con la cara llorosa. Son dos horas de viaje.

Hemos venido a ver el departamento pues mañana la mudanza llegará y en dos semanas inician las clases.

Han pasado tres meses y yo aún no puedo aceptarlo o superarlo de la mejor manera. Pero sé que lo voy hacer.

Voy a olvidar cada recuerdo de Ruggero Pasquarelli y a comenzar mi vida aquí. Sanando mi corazón.

Little WishesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora