Epílogo

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Karol

Rocío perfume detrás de sus orejas y un poco sobre su chaqueta blanca. Está demasiado entretenida en la caricatura que suena en la televisión.

—Quedaste lista.

Mira su atuendo antes de sonreírme.

—Muchas gracias, mami.

Se baja de la cama y camina hacia el gran espejo de la habitación. Se mira de pies a cabeza y sonríe con el resultado. Está tan acostumbrada a esto que ya sabe que tiene que ir por su pequeña mochila, en la cual solo lleva unos cuantos colores, un paquete de sus galletas favoritas y un montón de billetes falsos que les ha quitado a sus tíos de su adorado monopolio.

—Amber.

—Dime mami.

Mi pequeña hija es preciosa. Sigue manteniendo los rulos en su cabello y me enternece que sus mejillas tengan ese característico color rojizo.

—Te amo.

—Te amo por mil, mami.

Mi corazón se infla de felicidad y lo reflejo en una pequeña carcajada, aparte hace poco había escuchado esa expresión de por mil y ha comenzado a decirla.

Regresar a su lado fue lo mejor.

Dejar atrás ese fatídico momento de mi rescate fue lo mejor que pude hacer.

Dejo a Amber en mi habitación viendo las caricaturas mientras termino de arreglarme.

Quedé en ver a Valentina, Agus, Lía Y Alexander porque juntos iríamos en un solo vehículo. Somos muchos y lo mejor es usar la furgoneta de Agustín.

—Mami.— Amber llega hasta mi baño con mi celular en sus manos.—Te llaman.

Dejo mi labial a un lado y tomo el teléfono.

—Karol, mejor vamos por ti.

Se escuchan voces de fondo y como Valentina alza el tono de la suya para que la pueda escuchar.

—De acuerdo, estoy lista.

Cuelgo la llamada antes de ver mi reflejo en el espejo.

Hoy se cumplen tres años desde ese día y siempre es detestable recordarlo.

El sonido de los disparos, la sangre en mis manos, los gritos de todos.

Muevo mi cabeza como para que mis pensamientos se aclaren y terminar de arreglarme porque ellos están por llegar.

—Amber, vamos, ya vienen por nosotras.

Toma el control remoto y apaga el televisor. Sujeta mi mano para empezar a caminar hasta la entrada.

—Espera, mami.

Se suelta y corre en dirección a la cocina.

—¿Qué sucede?

Se acerca a una de las puertas del mesón de la cocina.

—Casi olvido dejarle comida a Tory.

—Amor.— no me escucha cuando sujeta la paleta con la que agarra comida y la pone en el plato de su gata blanca.—Tory está dormida, por eso no le di comida.

—No sabemos a qué hora regresaremos, mami. Debo dejarle su comida.

Amber cuida de su gata de maravilla.

A sus seis años es una niña muy responsable. Lo pensé mucho para aceptar que tuviera su primera mascota pues no quería que el animalito sufriera, pero ella la cuida muy bien.

Little WishesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora