Ruggero
Mi pequeña está concentrada en lograr que la pelota rosa entre en el pequeño arco que le he comprado y es que desde que nos vio jugar aquel día se ha convertido en su actividad favorita.
Nuestra casa está en silencio dejando de lado sus carcajadas cuando sus piecitos se enredan.
Termino de revisar el correo que Alonzo me ha enviado.
No fue difícil hablar con él, siempre estuvo esperando mi regreso.
Echo un vistazo de nuevo al patio y noto que Amber ya no está jugando. Ahora está sentada con una flor en sus manos y la pelota entre sus piernas. Supongo que ya se cansó.
Inevitablemente mi mirada viaja a la fotografía que adorna la mesa esquinera.
Me pongo de pie para caminar hacia ella y apoyarme contra la puerta corrediza que lleva al jardín.
—Nuestra hija es preciosa.— acaricio la foto de una bella Karol sonriendo mientras tiene a Amber bebé en sus brazos.—Daría lo que fuera porque estuvieras viviendo esto conmigo.
—Papi.
Cambio mi mueca de nostalgia por una radiante sonrisa para Amber.
—Dime, cariño.
Me extiende una hoja que no sé de dónde sacó.
—¿Quién te dio esto?
—Tío Adus.
Agustín estuvo hace unos días aquí junto a Valentina pero nunca me di cuenta que le dio esto a mi hija.
—¿Quieres ir?— mueve su cabecita en una afirmación, haciendo que sus coletas hechas rulitos se agiten.—Lo que quiera mi princesa.
Amber sonríe lo que ella cree el mejor de los triunfos y es que no le puedo negar nada. Ella es la luz de mi existencia, la razón por la que decidí salir de un agujero negro hace años y por la cual pienso seguir adelante.
—Chotolate.
Señala con su dedo la alacena. Ella sabe a la perfección que allí guardo las barras de su dulce favorito aparte de la tarta que le he comprado.
Cuando se lo doy sus mejillas quedan embarradas y ahí sé que con una simple mirada ella me hace feliz, no importa si la misma me recuerda a la perdida más grande que he sufrido.
—Debemos ir de compras, deseo llevarte a esa feria con un lindo overol.
No entiende con grandeza lo que digo pero cuando le explico que tendrá ropa nueva recibo besos de su parte.
Ya lo dije pero, amo a mi hija.
Karol
La sonrisa más falsa que he tenido hasta ahora es cuando veo la sala repleta de flores y un gran libro en la mesa.
Recuerdo cuando escogí las flores para mi boda.
Quería que fueran hermosas y combinaran con los manteles. Fui muy estricta en ese aspecto.
Peor aun cuando de mi vestido se trató.
"Dicen que si lloras es porque es el vestido indicado."
Claro que quiero llorar pero no precisamente porque sea el indicado sino porque anhelo irme de aquí.
—Todo está perfecto.
En otra vida debí ser actriz.
—Solo una semana más y estaremos casados.
Habíamos esperado unos días más de lo que yo propuse.
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Little Wishes
Fiksi PenggemarDebí cumplir todos sus deseos... Y nunca haber dejado que se vaya.